El lunes último, el presidente de la República, Horacio Cartes, reabrió en Jerusalén la emba­jada de Paraguay, anterior­mente en Tel Aviv, para expresar la amistad sincera y la plena solidaridad de Paraguay con Israel. Dijo que con ello expresaba el inocultable cariño y la admiración que siente por "esta noble y valiente nación", que se funda en valores y en los principios que comparten Paraguay e Israel.

En el acto de reapertura de la embajada paraguaya en la capital israelí, el primer ministro Benjamín Netanyahu dijo que era un "gran día para Israel, un gran día para Paraguay, un gran día para la amistad de ambos países". Transmitió la gratitud del pueblo de Israel a Paraguay por haber ayu­dado a los judíos que escaparon de la Ale­mania nazi. "Hicisteis esto antes del Holo­causto, durante el Holocausto y después del Holocausto. Un acto de benevolencia y misericordia que está siempre en nues­tro corazón", remarcó el jefe de gobierno israelí.

En un acto de valentía política, el jefe de Estado volvió a poner la bandera paraguaya en la capital histórica y jurídica del Estado de Israel, Jerusalén, ciudad en cuya perife­ria años atrás ya se encontraba la legación paraguaya en ese país. Lo realizado por el presidente Cartes no es sino reiterar el reconocimiento de Paraguay hacia Jerusa­lén como capital del Estado de Israel.

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Para entender mejor la postura del Gobierno Nacional conviene señalar algu­nos puntos que tienen que ver con la his­toria y la realidad de ese país de Oriente Medio.

La ciudad de Jerusalén fue fundada 3.000 años antes de Cristo y durante siglos fue el centro del pueblo de Israel, la ciudad donde residía el gobierno, el lugar de pere­grinaje de los judíos de todo el mundo, a pesar de las numerosas guerras y conflic­tos armados de los que fue escenario. Es considerada la ciudad más sagrada para el judaísmo y el cristianismo y la tercera ciu­dad más sagrada para el islam.

Luego de que Israel fuera reconocido como Estado, en 1948, el primer ministro David Ben Gurión, en diciembre de 1949, pro­clamó a Jerusalén capital del Estado de Israel y desde entonces todos los poderes del Gobierno israelí están ubicados allí. En Jerusalén están la sede del presidente, la residencia del primer ministro, la sede del Poder Legislativo, el Knéset y la Corte Suprema. Como ocurre en cualquier país del mundo, todos los poderes del Estado se alojan en la capital del país.

A raíz de la conquista de Israel del sector oriental de la ciudad, en la Guerra de los Seis Días de 1967, las Naciones Unidas en una resolución de 1980 aconsejó a sus esta­dos miembros que situasen sus embajadas en Tel Aviv, como castigo por la anexión. Sin embargo, Paraguay siguió manteniendo su legación diplomática en un suburbio de Jerusalén llamado Mevasseret Zion, hasta que en el 2012 la cerró a raíz de que Israel decidió clausurar su embajada en Asun­ción. Cuando Israel reabrió su represen­tación diplomática en Paraguay, en el 2013 nuestro país puso su embajada en Tel Aviv, a unos 70 kilómetros de Jerusalén.

En términos prácticos, lo que ha hecho Paraguay es volver a ubicar su embajada en la zona donde estaba hace seis años atrás, como lo ha hecho hace días los Estados Unidos, el país líder de Occidente.

Desde el punto de vista político, tiene una amplia repercusión nacional e internacio­nal debido a la tensión israelí con los países árabes. Nuestro país, sin embargo, man­tiene invariable su estima hacia las nacio­nes árabes con muchas de las cuales tiene fluidos contactos comerciales y diplomá­ticos. Y, por tanto, aguarda de esos paí­ses amigos el mismo respeto que Paraguay tiene por las decisiones soberanas de sus respectivos gobiernos.

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