• POR CHRISTIAN PÉREZ
  • PERIODISTA
  • Enviado especial BRASIL

Es triste, pero es la realidad. El equipo alternativo de Colombia le hizo pisar tie­rra y le mostró las enormes diferencias que existen hoy en día entre una selección de élite y Paraguay, que está dentro de una confusión de identidad sin salida.

Paraguay mostró aparente­mente un falso rostro ante Argentina y volvió a su reali­dad ante Colombia, que hizo diez cambios con respecto al equipo anterior. El equipo de Berizzo ilusionó con un comienzo que parecía ser dominador, pero luego se sometió plenamente al ritmo cafetero, que con un medio fantástico jugó a pla­cer, principalmente en la complementaria.

El esquema flexible de prác­ticamente 4-3-3 para atacar y 4-4-1-1 para defender, no hizo daño y fue muy casti­gado por los costados, prin­cipalmente con Luis Díaz, que le volvió loco a Piris, muy solo y sin ayuda prác­ticamente.

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A partir de los 20 minu­tos, Colombia ya empezó a jugar bajo el ritmo de Car­dona, de tremenda clase y categoría. Sin demasiado recorrido, movió el equipo a su antojo.

Los volantes cafeteros pre­sionaron muy alto y deses­peró a Paraguay, que no tuvo variantes ni salida clara, ya que Almirón fue aislado del resto.

En la etapa inicial, Colom­bia no tuvo muchos ataques claros, pero en la primera chance y equivocación de la Albirroja, ya castigó. Suce­sivos errores. Matías Rojas, muy inocente e inmaduro, perdió una pelota en el medio, luego Alonso, con gran pasividad, regaló el remate a Cuéllar, quien per­foró a “Gatito”.

Pero Fernández fue el gran responsable de que Paraguay no haya terminado goleado en la complementaria.

Berizzo jugó al “suicidio”. Muy rápido se desprendió de dos de los hombres que en teoría marcan y puso como inter­nos a Iturbe y Almirón. Fue un regalo a Colombia, que ya tenía a su estrella, James, Zapata, sumados a Cardozo y Díaz. De milagro y gracias al VAR, no hubo más goles. Ni actitud ni rebeldía y poca vergüenza para terminar firmando uno de los peores par­tidos de los últimos tiempos.

Ahora hay que rezar por un empate entre Ecuador y Japón. Pero ¿para qué cla­sificar si haremos el mismo papelón?­

LOS PROTAGONISTAS

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