Andrew Ross Sorkin y Peter Eavis

La semana pasada, Marcelo Claure se dejó caer en una silla de las oficinas centrales de WeWork en Nueva York. Se veía agotado y eufórico con sus 1,98 metros extendidos en la sala de juntas con paredes de cristal.

Claure, el recién instalado presidente ejecutivo de la atribulada empresa y uno de los hombres de más confianza del fundador de SoftBank, Masayoshi Son (quien invirtió más de 10.000 millones de dólares en WeWork), se ha estado preparando para testificar en un caso que presentó un grupo de fiscales generales estatales en contra de la adquisición que T-Mobile busca hacer de Sprint, empresa en la que Claure también es presidente ejecutivo.

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Según Claure, desde que colapsó en setiembre la oferta pública inicial que WeWork había planeado, ha estado trabajando día y noche con los dos codirectores ejecutivos de la empresa en un plan para cambiar el rumbo de la firma.

“Era una empresa que estaba a semanas, meses si no semanas, de quedarse sin dinero en efectivo”, comentó Claure en su primera entrevista desde que SoftBank asumió el control total de WeWork.

No ha sido una transición sencilla. Además de estabilizar la situación financiera de la empresa, WeWork ha tenido que soportar un flujo constante de titulares en los periódicos sobre las excentricidades de su fundador, Adam Neumann, y la posibilidad de que este reciba unos mil millones de dólares de SoftBank aun cuando más de 4.000 empleados han sido despedidos o transferidos a otras empresas.

NEUMANN CUMPLIÓ

Para Claure, se ha malinterpretado a Neumann, al igual que los detalles de esa transacción y las posibilidades de la empresa, las cuales, según él, son sólidas.

Claure narró su conversación cuando despidió de manera definitiva a Neumann. “Le dije: ‘Adam, confiábamos en tí. Te dimos todo. Y es justo decir que las cosas no salieron como las habíamos planeado en un inicio’”, mencionó Claure. “‘Ahora es tu turno de dar media vuelta y en esencia devolver esa confianza mediante la cesión de todas tus acciones’”.

A final de cuentas, Neumann cumplió al renunciar a la empresa que creó en el 2010. Sigue siendo un observador del consejo y un consultor pagado de WeWork. Claure señaló que se reúne a menudo con Neumann y que considera útiles sus contribuciones, pero recalcó que las reuniones tienen lugar “fuera de la oficina”.

“Valoro mucho su opinión en términos del lugar adonde quería llevar el negocio. Tiene diez años de experiencia, y sería una tontería no aprovechar al máximo las cosas increíbles que creó, independientemente de los errores que ha cometido”, opinó Claure.

El pago de Neumann ha suscitado la ira al interior de WeWork, donde muchos empleados siguen creyendo en los objetivos idealistas de la empresa de crear comunidades, no solo espacios de oficina: WeWork ha dicho que su misión es “elevar la conciencia del mundo”.

POSICIONADA PARA DOMINAR

Claure mencionó que los empleados a menudo le preguntaban “por qué Adam se iría con tanto dinero”. Su respuesta es que SoftBank tenía poco que decir al respecto porque no puede evitar que Neumann venda algunas de sus acciones como parte de una oferta pública por 3.000 millones de dólares que SoftBank les ha hecho a todos los accionistas.

“Para que podamos obtener el interés económico que queremos, debemos comprar acciones”, afirmó Claure. “Neumann es un accionista”.

Todavía no está claro cuántas acciones podría vender Neumann. Si decide vender las más que pueda, recibirá mil millones de dólares y todavía tendrá una participación considerable en la empresa.

El rescate de SoftBank le ha dado un poco de espacio para respirar a WeWork, pero aún falta solucionar problemas importantes. La empresa ha abierto tantos locales que está gastando mucho más dinero del que ingresa. Perdió 1.250 millones de dólares en el tercer trimestre del año.

Debido a aperturas de oficinas que ya están en marcha, WeWork seguirá reportando un crecimiento asombroso durante un tiempo. Claure ha mencionado que podría abrir otros 600 espacios para finales del próximo año, lo cual casi duplicaría el total de sus locales.

Las ganancias y el flujo de caja tal vez sigan en números negativos durante un tiempo. El mes pasado, Claure les dijo a los empleados que la empresa esperaba ser rentable antes del pago de intereses, de impuestos, de la depreciación y de la amortización para el 2021. El respaldo de SoftBank le da a la empresa el capital que necesita para transformarse, comentó Claure.

“Tenemos todos los medios financieros necesarios para que esta empresa ejecute su plan”, mencionó Claure en la entrevista.

Además, Claure señaló que la empresa podría seguir creciendo rápidamente. En su opinión, el mercado de los espacios compartidos seguirá creciendo y WeWork está bien posicionada para dominar ese negocio.

DESEQUILIBRIO PELIGROSO

No obstante, si WeWork quiere evitar toparse con los mismos problemas financieros, el crecimiento no solo debe venir de abrir nuevos espacios de oficina. Conforme el plan de Claure, WeWork comenzará a vender nuevos productos y servicios a sus miembros, entre ellos asesoría fiscal y de seguros. Sin embargo, tal vez los clientes se resistan a comprar ese tipo de servicios a WeWork si los pueden conseguir con facilidad en aseguradoras y despachos contables consolidados.

WeWork también se va a alejar de un pilar central de su modelo de negocios. En la inmensa mayoría de sus locales en Estados Unidos, la empresa renta espacios por unos quince años y luego los subarrienda a sus miembros por menos de dos años en promedio. Esta estrategia maximiza los ingresos, pero requiere de grandes inversiones de capital para acondicionar y amueblar los espacios. Además, puede ser muy riesgosa. En una recesión, la demanda de espacios podría caer de una manera sustancial, pero WeWork de cualquier modo tendría que seguir pagándoles a sus arrendadores, con lo cual crearía un desequilibrio peligroso entre los costos y los ingresos.

Muchas de las otras empresas de espacios para oficina compartidos se asocian con los arrendadores para evitar ese riesgo. Ese tipo de arreglos genera menos ingresos, pero es menos probable que terminen en un colapso financiero durante una recesión. A la pregunta de en qué porcentaje de los locales de WeWork se podría empezar a aplicar un modelo de sociedad en algún momento, Claure mencionó que podría aplicarse en entre un diez y un cincuenta por ciento.

Es casi inevitable que algunos de los nuevos locales de WeWork tengan problemas para atraer suficientes miembros. En algunos casos, comentó Claure, la empresa buscará renegociar las rentas con los dueños de los edificios, tal vez aprovechando las estructuras legales que pueden separar de forma eficaz las responsabilidades de los locales de WeWork de las de la empresa matriz.

“Fuimos muy directos con los arrendadores y les dijimos: ‘Miren, este es un negocio independiente’. Y si las cosas no funcionan, seguramente tendremos pláticas con los arrendadores”, comentó Claure. “Pronto empezaremos con algo de eso”.

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