Stanley Reed

Hace poco más de un mes, el príncipe Abdulaziz bin Salmán por fin consiguió el trabajo para el que se había preparado desde hace tanto tiempo: ministro de Energía de Arabia Saudita, uno de los puestos más cruciales en el país.

Es probable que, si tuvo algún sentimiento de realización, no le haya durado mucho. Un osado ataque aéreo en contra de la industria petrolera del reino forzó el cierre de la infraestructura que procesa la mayoría del crudo que produce Arabia Saudita. En un instante, la producción de petróleo en el país se redujo a la mitad, una maniobra que ha sacudido los mercados energéticos y ha obligado a elevar los precios del petróleo.

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Ahora, el nuevo ministro de Energía, quien durante muchos años sirvió como una especie de suplente y observador de la familia real de los altos dirigentes petroleros del país, debe supervisar la recuperación de la industria más importante de Arabia Saudita. La gente que conoce a Abdulaziz asegura que, aunque no sea muy conocido para el público en general, no le falta experiencia.

“Ha escuchado cada una de las preguntas y sabe cómo responderlas”, comentó Gary Ross, un inversionista petrolero radicado en Nueva York, quien conoce al príncipe desde la década de 1980. Ross, quien ahora dirige su propia firma, llamada Black Gold Investors, agregó: “Es muy inteligente y capaz”.

ANUNCIO SORPRESIVO

El príncipe estaba en el Reino Unido cuando ocurrieron los ataques, comentó un colaborador, pero rápidamente tomó un vuelo de regreso a Arabia Saudita para visitar el sitio dañado en Abqaiq el sábado antes de dirigir dos días de reuniones ahí y en las oficinas generales de Saudi Aramco, la empresa petrolera del país, en Dhahran. Sin embargo, los desafíos que enfrenta Abdulaziz van más allá de los esfuerzos de reconstrucción. Su predecesor en el cargo, Khalid al Falih, se había ganado el respeto generalizado de la industria y los mercados.

Se entiende que el anuncio sorpresivo del cambio de puesto haya dejado estupefactos a los operadores y a los inversionistas, quienes se habían acostumbrado al anterior ministro. Falih tuvo mucho éxito en la diplomacia petrolera, pues logró persuadir a Rusia de aceptar reducciones en su producción, lo que sirvió para mantener los precios durante los últimos dos años. En los meses recientes previos a los ataques, los precios estuvieron bajo presión, y ese estancamiento pudo haber contribuido a la destitución repentina de Falih.

Para sumar a la sorpresa: un miembro de la familia real nunca había ocupado el cargo. El príncipe es uno de los hijos del rey Salmán y medio hermano mayor del príncipe heredero Mohamed bin Salmán, el principal formulador de políticas del reino. Esto podría generar tanto ventajas como complicaciones, según analistas.

Ser un alto funcionario de la realeza conlleva cierta influencia y podría darle al príncipe acceso al círculo de los más poderosos e influyentes, un grupo al que a Falih, un tecnócrata, le costaba trabajo entrar a pesar de ser responsable de una buena parte de la economía saudita. No obstante, determinar si el príncipe tiene la resistencia y la ambición suficientes para hacerse de su propio terruño en un entorno político y económico transformado que domina su medio hermano menor es otra cuestión.

COCINA Y SÓTANO”

“¿Podrá tomar decisiones propias?”, cuestionó Paul Stevens, analista de Chatham House, una agencia de investigación, o ¿solo lo instalaron “para que haga lo que le digan?”.

El príncipe siempre ha dado la impresión de que es una persona que prefiere pasar desapercibido, incluso él mismo se describió como un hombre “de la cocina y el sótano” en una conversación reciente con reporteros, de acuerdo con Reuters. Sin embargo, cuando se le ha solicitado, ha tenido una participación significativa, como en el 2008, cuando ayudó a organizar un congreso con figuras políticas y directores ejecutivos de empresas petroleras en Yeda, Arabia Saudita, el cual sirvió para calmar los mercados después de que los precios habían alcanzado máximos históricos. A últimas fechas, el príncipe ha estado intentando resolver una disputa con Kuwait que ha detenido la producción de Chevron en la llamada “zona neutral” entre los dos países.

El príncipe, cordial con los otros delegados de la OPEP y amigable pero precavido con los periodistas, en esencia se ha mantenido alejado de los reflectores en deferencia a ministros del petróleo como Ali al Naimi y Falih, quienes nominalmente eran sus superiores. A lo largo de los años, a menudo ha estado presente en las reuniones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo o al lado del ministro en negociaciones con directores ejecutivos de empresas petroleras. En el pasado, casi no ha hecho declaraciones para ser citado; más bien ha dirigido a los reporteros a alguno de sus discursos ocasionales y sin controversias en congresos del sector petrolero.

Bassam Fattouh, director del Instituto de Estudios Energéticos de la Universidad de Oxford, un organismo de investigación, mencionó que era probable que el príncipe aplicara una estrategia diferente en áreas como la OPEP, donde Falih se distanció de algunos miembros al centrarse en Rusia, un importante productor de petróleo, pero que no es miembro de la OPEP. “Intentará alejarse de esta idea de que los peces gordos toman las decisiones y buscará involucrar a otros”, señaló Fattouh (el príncipe es miembro del consejo del instituto).

MOMENTO INCONVENIENTE

El príncipe hereda de Falih la presidencia del poderoso comité que crearon la OPEP y Rusia para monitorear los mercados entre las reuniones bianuales de la OPEP. Sin embargo, a diferencia de Falih, Abdulaziz no ha sido presidente de Saudi Aramco, el principal productor de petróleo en el mundo.

En la reciente repartición de altos cargos en la industria petrolera de Arabia Saudita, ese puesto le tocó a Yasir al Rumayyan, un banquero a quien se considera cercano al príncipe heredero. Hay una creencia generalizada de que Al Rumayyan, quien ahora dirige los fondos soberanos de inversión del país, fue puesto en el cargo para acelerar la demorada oferta pública inicial de las acciones de Aramco.

Los ataques a la infraestructura de Aramco llegaron en un momento inconveniente para esos planes. Durante las últimas semanas, los banqueros internacionales habían estado trabajando sin cesar en los preparativos para la oferta, pero la capacidad que demostraron los atacantes para reducir la producción saudita a menos de la mitad genera cuestionamientos sobre las expectativas financieras de la que ha sido la empresa más rentable del mundo.

La familia real había procurado evitar nombrar a un príncipe como ministro del petróleo, al parecer porque preferiría mantener su distancia con la principal industria del reino. A pesar de los esfuerzos del príncipe heredero de diversificar las finanzas del país, los precios del petróleo siguen llevando la batuta de la economía saudita. Ahora, el riesgo es que se le atribuya más culpa a la Casa de Saúd por los movimientos del mercado que el gobierno no puede controlar.

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