David Gelles y Erin Griffith

WeWork, una firma inmobiliaria que renta espacios compartidos para oficinas, puso en marcha de manera oficial el proceso para convertirse en una empresa que cotiza en la bolsa al presentar un prospecto financiero ante los reguladores el 14 de agosto.

La oferta de la empresa, la cual dirige un intrépido empresario israelí y está respaldada por dinero saudita, será una gran prueba del apetito de los inversionistas por empresas emergentes de rápido crecimiento, pero poca rentabilidad. Este año, los rivales de los viajes compartidos Uber y Lyft realizaron maniobras similares que resultaron decepcionantes.

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WeWork, firma valuada en casi 50.000 millones de dólares como empresa privada, enfrenta cuestionamientos severos respecto de su modelo de negocios. El año pasado, perdió más de 1.600 millones de dólares y solo obtuvo 1.800 millones de dólares de ingresos, de acuerdo con el prospecto. En comparación, el año pasado Uber perdió 1.800 millones de dólares, pero su ingreso fue de 11.300 millones de dólares. Las pérdidas de WeWork se aceleraron en la primera mitad del 2019, aunque sus ingresos aumentaron a más del doble, según lo que muestra el documento.

EL SEGUNDO UNICORNIO

El negocio central de la empresa es sencillo: alquila inmuebles comerciales a largo plazo, engalana los espacios con muebles y decoración a la moda y servicios como cerveza gratis para luego rentar oficinas individuales y salas más grandes a otras empresas.

En su presentación, WeWork mencionó que tenía más de 604.000 estaciones de trabajo, o escritorios, en todo el mundo y más de 527.000 “miembros”, el término que usa la empresa para la gente que tiene acceso a esos escritorios. Ambas cifras aumentaron más o menos al doble de su nivel de hace un año. WeWork también señaló que sus ventas estaban creciendo a un ritmo más alto, y que esperaba obtener un total de 3.300 millones de dólares este año.

WeWork sería el segundo “unicornio” más grande –una empresa emergente privada valuada en 1.000 millones de dólares o más– en cotizar este año, después de Uber. Como muchas firmas de esta generación de empresas emergentes, tiene casi una década de creada, cuenta con una valuación alta y casi no es rentable.

Los inversionistas públicos han reaccionado de una forma más positiva a las ofertas públicas iniciales de empresas como Pinterest, la cual quema menos dinero que sus pares más grandes.

POCO CONVENCIONAL

“Mientras más grande eres, más escrutinio hay y, mientras más grandes son tus pérdidas, más crecen las reservas de los inversionistas”, comentó Jane Leung, directora de inversiones en Scenic Advisement, un banco de inversiones para acciones en empresas privadas.

WeWork fue fundada en el 2010 por Adam Neumann y Miguel McKelvey en Nueva York. El par comenzó a alquilar grandes espacios comerciales con rentas costosas en Nueva York y otras grandes ciudades para luego rentar partes de estos espacios a empresas emergentes. Con el tiempo, WeWork, cuyo nombre oficial es We Company, se expandió para ofrecer espacios más grandes a arrendatarios corporativos como Expedia, JP Morgan Chase y Siemens.

Neumann, un israelí que vivió en un kibutz, y McKelvey, quien vivió en una comuna en Oregon, enseguida hicieron que WeWork se distinguiera como una empresa poco convencional. Neumann hablaba de una forma apasionada sobre su papel en la creación de un mundo mejor, mientras que McKelvey, quien es vegetariano, dirigió un esfuerzo por hacer que WeWork fuera una empresa libre de carne.

Ese idealismo se vio reflejado en el prospecto financiero. “Somos una empresa comunitaria comprometida con tener un gran impacto global”, escribió la firma. “Nuestra misión es elevar la conciencia del mundo”.

CHOQUE CON LA REALIDAD

Desde entonces, las ambiciones de la empresa se han expandido más allá de los espacios de oficinas compartidas hacia la vivienda y la educación.

Sin embargo, en años recientes, su retórica ha chocado con las realidades de dirigir un negocio complejo. Ha recibido críticas por tener un gran respaldo de Vision Fund, de SoftBank, fondo que cuenta con el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita como una de sus principales fuentes de capital.

Además, Neumann, la fuerza vital detrás de la empresa, ha estado bajo escrutinio debido a varios conflictos potenciales de interés. Su esposa, Rebekah, ha abierto una escuela primaria como parte de la empresa. Neumann ha usado la empresa para invertir en parques para surfear tierra adentro.

VOTOS POR ACCIONES

The Wall Street Journal ha revelado casos en los que Neumann hizo que WeWork rentara edificios de su propiedad, y vendió una gran cantidad de sus acciones en la empresa, las cuales valen cientos de millones de dólares, antes de que la presentación de documentos de la OPI el 14 de agosto mencionara que con el tiempo Neumann transferiría a la empresa las propiedades que le había rentado a WeWork y que dejaría de comprar nuevas propiedades con la intención de rentarlas a WeWork.

WeWork consolidará su poder en las manos de Neumann, siguiendo el ejemplo de empresas como Facebook, Snap y Lyft. Los inversionistas en la OPI de WeWork obtendrán una clase de acción común que solo tiene un voto por acción, mientras que los accionistas actuales obtendrán veinte votos por acción.

Neumann controlará suficientes acciones para tener un voto mayoritario, afirmó la empresa en su prospecto, lo cual les dará poca influencia a los accionistas sobre las tomas de decisiones.

La empresa incluso mencionó que Neumann era un factor de riesgo, al argumentar que es crucial para la empresa, pero que WeWork no tiene ningún contrato de trabajo con él.

La oferta la encabezan JP Morgan y Goldman Sachs.

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