Ian Austen

Ottawa

Canadá seguirá adelante con el proyecto de un oleoducto que ha puesto a las provincias del país una contra la otra, le ha ocasionado una ruptura con sus comunidades indígenas y ha provocado protestas importantes.

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El proyecto –el cual expandirá el oleoducto Trans Mountain, que enlaza las arenas bituminosas de Alberta con Columbia Británica– es un componente crucial de la postura que el primer ministro Justin Trudeau ha tenido desde hace tiempo: que Canadá necesita mantener una fuerte industria energética para respaldar sus esfuerzos por combatir el cambio climático. Hace un año, su gobierno compró el oleoducto a sus propietarios estadounidenses para garantizar la expansión.

“Somos un gobierno que se preocupa mucho por el medioambiente, y nos importa en la misma medida el éxito económico de los canadienses”, comentó Trudeau en una conferencia de prensa celebrada en Ottawa, en la que anunció la aprobación de su gabinete a la expansión. “Esta propuesta no es una que tenga alternativa”.

“Es por el interés nacional de Canadá que debemos proteger nuestro medioambiente e invertir en el mañana, mientras nos aseguramos de que la gente puede alimentar a sus familias el día de hoy”, agregó. Trudeau señaló que la construcción de la expansión comenzará este verano, la cual, según algunos estimados, costará 9.300 millones de dólares canadienses (6.950 millones de dólares estadounidenses).

Con Trans Mountain, Trudeau se ha visto atrapado en medio de un conflicto que ha provocado una retórica acalorada en ambas partes, ha dividido a las dos provincias más occidentales de Canadá y ha expuesto una desavenencia con las comunidades indígenas del país. También es probable que se convierta en un punto de ignición en las próximas elecciones nacionales, a celebrarse en octubre.

Algunas agrupaciones indígenas y ambientalistas se apresuraron a condenar la decisión. “Querrán aprobarlo por la fuerza, pero haremos todo lo posible para detenerlo”, comentó Will George, un miembro de la nación Tsleil-Waututh, la cual reclama la tierra alrededor de la terminal del oleoducto. George también es un líder de Protect the Inlet, un grupo que se opone al proyecto.

Trudeau reconoció la disconformidad. “Hay gente que no quedará convencida con los argumentos que planteamos, y lo aceptamos”, afirmó. “El primer ministro en verdad está en un lugar incómodo”, comentó Lori Turnbull, una profesora de ciencias políticas en la Universidad Dalhousie en Halifax, Nueva Escocia, antes del anuncio oficial. “Trudeau no podrá cantar victoria en este asunto sin importar lo que haga”.

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