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© THE NEW YORK TIMES 2015

ANDREW ROSS SORKIN

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Justo hace un año, el director ejecutivo de Facebook, Mark Zuc­kerberg, testificó ante el Congreso y se disculpó por el papel de su empresa en posi­bilitar “las noticias falsas, la interferencia extranjera en las elecciones y el discurso de odio”.

Fue un momento memorable en medio de un ajuste de cuen­tas más extenso que sigue ins­pirando un debate sobre qué tanto se debe regular a Face­book y otros gigantes tecno­lógicos.

Mientras Silicon Valley lucha con su versión de vol­verse demasiado grande como para fallar, Zuckerberg y sus pares de la industria podrían aprender lecciones de Wall Street, cuyos líderes tienen algún tipo de experiencia con el escrutinio del gobierno (el miércoles, el Congreso inte­rrogó a directores ejecutivos de bancos).

Aunque no va a solucionar todos los problemas de las grandes empresas tecnoló­gicas, una simple regla que respalda al sistema banca­rio podría hacer mucho para limpiar algunos de los aspec­tos más desagradables de las redes sociales por los que Zuc­kerberg se sintió obligado a pedir disculpas.

El concepto es “conoce a tu cliente” (KYC, por su sigla en inglés y como se le conoce en Wall Street) y es simple: debido a preocupaciones de privacidad, seguridad y fraude cuando se trata de dinero, ningún banco tiene permitido aceptar a un cliente nuevo sin verificar su existencia e inves­tigar sus antecedentes.

Ya se había sugerido la idea de usar esta regla para las redes sociales, pero hasta el momento no había logrado enraizarse. Ahora, tal vez haya llegado su turno.

Considera esto: Facebook mencionó que había cerrado más de 1.500 millones de cuentas falsas entre abril y setiembre del año pasado (así es, mil quinientos millones). Esta cifra superó las 1.300 millones de cuentas que había eliminado los seis meses ante­riores. Para poner estas cifras en contexto, Facebook tiene una base reportada de 2.300 millones de usuarios.

SEGURIDAD

¿Qué pasaría si las empresas de redes sociales tuvieran que verificar a sus usuarios de la misma manera en que lo hacen los bancos? Tal vez te sentirías más seguro de que estás interactuando con per­sonas reales y no solo eres un blanco de bots malintencio­nados.

Primero, reconozcamos las consideraciones prácticas. Investigar el vasto universo de las personas que están en las redes sociales sería una tarea colosal.

Cuando mencioné la idea de usar el principio de “conoce a tu cliente” a sus negocios, varios ejecutivos sénior de las empresas de redes socia­les recularon ante la idea, pues cuestionaron cómo podrían llevar a cabo una hazaña de esas característi­cas, en especial en los merca­dos emergentes donde mucha gente no tiene tarjeta de cré­dito e incluso puede ser difí­cil encontrar las direcciones de las calles.

Después están las quejas legítimas relacionadas con el exceso de información que tienen Facebook y las demás empresas similares sobre sus usuarios. ¿A quién le gusta­ría que tuvieran aún más información? ¿Qué harán las empresas para proteger mejor la información personal que en el pasado? Después de todo, hace no mucho tiempo, Face­book reveló que decenas de millones de contraseñas de usuario no se habían almace­nado de forma segura.

DEMASIADO RIESGOSO

Sin embargo, podría ser demasiado riesgoso no tomar en cuenta algún tipo de pro­ceso intensificado de verifi­cación.

Es evidente que Facebook y Twitter, al menos, aprecian la importancia de la verifica­ción como concepto: ambas empresas ofrecen progra­mas con marcas de verifica­ción en azul para confirmar la autenticidad de un pequeño porcentaje de usuarios, como las celebridades.

Si se expandiera la verifica­ción de usuarios legítimos, y se redujera el número de far­santes, es casi seguro que dis­minuiría la cantidad de dis­cursos de odio y de noticias falsas que contaminan las pla­taformas de las redes sociales. De esta forma, no sería fácil para las empresas empeci­narse en ignorar lo que quede.

¿Cómo funcionaría? Una posibilidad es una versión modificada de lo que se hace en la industria de los servicios financieros.

Cuando abres una cuenta de banco, lo más común es que debas dar tu nombre, direc­ción, número de seguridad social y fecha de nacimiento.

Esa información se verifica en bases de datos para garantizar que seas una persona real, que tu puntaje crediticio es sólido y que tu nombre no aparece en una lista de “personas expues­tas políticamente” que podría ponerte en riesgo de sobornos o corrupción. La verificación también se usa para deter­minar si tienes antecedentes penales que sugieran posibili­dad de lavado de dinero o robo de identidad.

Ese tipo de verificación pro­tege a los bancos para que no hagan negocios con crimina­les y ayuda a proteger a los clientes que podrían ser vul­nerables a fraudes.

Hay un precedente de adapta­ción de este tipo de régimen a las redes sociales: NextDoor, una red social que ayuda a las personas a comunicarse en sus comunidades locales, no deja que se registren nuevos usuarios si no se puede veri­ficar su dirección.

Quien desee ser usuario de NextDoor debe dar una tar­jeta de crédito o número telefónico, y el sitio hace una referencia cruzada de esta información con distintas bases de datos. Si no tienes tarjeta de crédito ni número telefónico, el sitio te envía una tarjeta postal a tu dirección con un código que puedes usar en línea.

La buena noticia es que Next­Door conoce muy bien a sus clientes. La mala noticia es que su proceso de verificación sería muy difícil de expandir a gran escala y a una gran velo­cidad.

La empresa no divulga la can­tidad de usuarios que tiene, solo que se encuentra en más de 200.000 vecindarios. Hay informes que sugieren que tiene decenas de millones de usuarios, una cifra a años luz de los miles de millones que usan las redes sociales más populares. Si introducir este sistema a esa escala es dema­siado abrumador, probarlo primero en Estados Uni­dos y Canadá podría ser una manera de comenzar.

REGLAS

La necesidad de tener una regla del tipo “conoce a tu cliente” podría volverse más urgente a medida que las redes sociales evolucionan para convertirse en servicios de mensajería privada com­pletamente encriptada, algo que Zuckerberg ha indicado que planea hacer con Face­book.

“Creo que en el futuro de la comunicación cada vez habrá más personas que se cambien a servicios encriptados y pri­vados en los que puedan sen­tirse seguras de que lo que se dicen entre ellas estará seguro y que sus mensajes y contenido no quedarán regis­trados para siempre”, men­cionó.

Es una meta loable, pero, si desde el comienzo los usua­rios son falsos, o poco confia­bles por alguna otra circuns­tancia, la tranquilidad con la que podrían propagar desin­formación en redes encrip­tadas tendría consecuencias aún más problemáticas.

A menos de que hubiera un mecanismo viable que pudiera responder por las identidades de los individuos, para que las redes conocieran a sus clientes, por así decirlo.

Me parece que simplemente es sentido común.

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