• Por Bernt Entschev
  • Presidente y fundador de The Bernt

No sería repetitivo decir que “la gestión de personas en el mercado laboral ha evolucionado a grandes pasos en las últimas décadas”. Esto se debe a que, cuando miramos el mundo corporativo de finales de siglo, en comparación con la gestión actual, es fácil ver estos profundos cambios. Sin embargo, cuando intentamos hacer la misma comparación con los tiempos actuales, se vuelve un tanto oscuro, incluso porque estamos experimentando esta transformación ahora.

Y es precisamente en este punto donde debemos prestar atención: ¿Qué cambia en la gestión de personas en estos días para que podamos tener una proyección satisfactoria en el futuro? Para ilustrarlo, me limitaré a uno de estos puntos, y no son pocos.

Tomemos el ejemplo de la forma de trabajo que tenemos hoy, donde las personas, cada vez más, realizan una fusión entre sus demandas de la vida personal y las necesidades de la vida corporativa. No hace mucho esto era inaceptable. Las empresas eran taxativas al decir que no se llevan problemas familiares o personales al trabajo.

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Pero esto ha ido cambiando drásticamente. La pandemia dio un buen empujón en este sentido y sucedió lo contrario: la gente se llevó el trabajo a casa. Esto está ganando terreno a medida que las tecnologías facilitan la realización de actividades en la casa. Así que tenemos un escenario muy efervescente en este sentido.

Porque realmente no hay forma de separar a una persona en dos. Nos tomó un tiempo darnos cuenta de esto. Siempre seremos los mismos donde quiera que estemos, por muy reacias que sean las empresas para aceptarlo. Es imposible que una persona no lleve algunas de sus angustias o exigencias de la vida personal a su lugar de actividad profesional.

El camino entonces es saber dosificar. Primero, el liderazgo debe estar preparado para esto, especialmente aquellos que ya están acostumbrados a un formato más tradicional de lidiar con las personas. Lo primero que hay que hacer es establecer una relación de mayor confianza con los colaboradores y acordar resultados y entregas.

Es necesario dejar claro a los colaboradores que no existe ninguna restricción para traer exigencias personales al trabajo, pero que la vía debe ser bidireccional. Esto significa que, cuando la empresa lo necesita, también debe aportar su contribución. La regla del juego permanece: las personas deben realizar sus tareas según lo acordado. Lo que cambia es la forma de hacer las cosas, ya que los resultados deben estar presentes y ser cada vez mejores.

Por lo tanto, veo que la solución para este tema está en el área de Recursos Humanos, donde un buen programa puede ayudar al liderazgo a analizar este nuevo momento. De esta forma, es posible construir un entorno saludable para trabajar con los empleados, independientemente de dónde se encuentren. Los resultados dependerán de la dedicación y madurez de las personas. ¡Piense en esto!

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