Por Aníbal Saucedo Rodas

Periodista, docente y político

Su palabra era estatuto. Sé que Helio (Vera) no se hubiera molestado por usurpar una de sus frases preferidas. Era el mojón entre la realidad, excesivamente violenta y dolorosa, y la ficción de un país “divino” y de paz perpetua fabulada para engañar, de tanto repetir, la conciencia de quienes todavía guardaban alguna pizca de ese aguijón que podría perturbar el sueño. Los panegiristas se habían convencido de que aquella brutalidad disfrazada de “progreso” era buena para el pueblo. Los demás actuaban con un instinto criminal bien asumido. En medio de ese paisaje de contrastes, donde la libertad no garantizaba expresar el pensamiento sin ataduras, las opiniones de Alcibiades laceraban como urticantes lanzas el costado de la bestia convertida en régimen.

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González Delvalle acaba de cumplir 84 años (10 de julio) y sigue “ganándose el pan con el sudor de la tinta”. Y si me refiero a él en pasado es simplemente para ubicarlo, en su función de hombre de prensa, en un período particular de nuestra historia que tiene su corte en febrero de 1989. Aunque esa etapa para él terminó, o empezó de nuevo, el 22 de marzo de 1984, cuando por orden superior es clausurado el diario (Abc Color) en el cual se convirtió en el caballero de lanza en ristre para las multitudes y en una peste para el gobierno.

De aspecto jovial y sonrisa carismática (o pícara, otra vez Helio), incluso en medio de la adversidad siempre encuentra una anécdota de la cual reírse. Y un saludo que define su nunca perdida humildad, a pesar de la fama que se encariñó con él: “¿Ha upéi?”. No se afanó en marcar distancia entre los colegas –una enfermedad muy común y contagiosa hoy–; antes bien, se confundía entre nosotros. Aun así, no pudo impedir ese nuevo bautismo. A regañadientes aceptó el título de “maestro” y tuvo que acostumbrarse. Si existiera una tipología característica del paraguayo bueno, ese es Alcibiades. Pero, sobre todo, es un ser humano excepcional.

“Periodista, escritor, dramaturgo y ensayista”, nacido en Ñemby en 1936, dice la biografía en la solapa de uno de sus libros. Habría que añadir lo que el compañero Bernardo Neri Farina esculpió en las redes sociales el día de su cumpleaños (el de Alcibiades): “Maestro de la dignidad humana”.

Con el maestro las conversaciones nunca son cortas. Ni las telefónicas. Después de las felicitaciones de rigor, le comento que algunos navegantes de las redes habían ponderado sus poesías de tono social que publicaba los domingos en “su diario”. “Poesía es la única alambrada que nunca me animé a atropellar”, me responde con una voz que trasluce su eterno buen humor. “Eso es normal en esta profesión, añade, antes me felicitaban por mis artículos, aunque muchos no podían acertar en qué medio los escribí”.

El 21 de junio de 1984, el inolvidable Alfredo M. Seiferheld publica en el semanario El Pueblo los “80 principales atentados a la libertad de prensa ocurridos en el Paraguay en los últimos dieciséis años”. Alcibiades, naturalmente, figura en el “cuadro de honor”:

- El 5 de noviembre de 1979 es detenido Alcibiades González Delvalle, columnista de Abc Color. Permanece incomunicado en dependencias policiales hasta el 21 de diciembre del mismo año.

- El 25 de junio de 1980 es detenido por orden judicial Alcibiades González Delvalle. Queda en el penal de Tacumbú hasta el 2 de setiembre de 1980.

- El 23 de setiembre de 1983 es apresado por tercera vez Alcibiades González Delvalle. Permanece incomunicado hasta el 7 de diciembre en el Departamento de Investigaciones.

Todos sus delitos fueron crímenes cometidos con las armas del sarcasmo y la ironía. Cuando un alto funcionario de un país europeo se suicidó al descubrírsele un hecho de corrupción, escribió: “Ojalá ese ejemplo no se repita en nuestro país porque vamos a quedarnos sin ministros”.

En un artículo publicado en El País, de España (17 de octubre de 1983), donde explica las razones de su doble nacionalidad, el también perseguido, y exiliado, Augusto Roa Bastos le manifiesta su solidaridad: “Desde lo hondo de este sentimiento de unidad que religa a los hombres de nuestra cultura latinoamericana, envío un abrazo fraterno de adhesión al colega y compatriota Alcibiades González Delvalle, preso nuevamente en la cárcel de Asunción por su coraje profesional y moral puesto en su insobornable lucha por la libertad de expresión en Paraguay”.

Queda por agregar que fue socio fundador y primer secretario general del Sindicato del Periodistas del Paraguay (SPP).

En estos tiempos de puro relativismo, de cultura descartable, de olvidos premeditados y de recordaciones que indignan, y de una generación proclive a desdeñar la lucha y el talento de sus mayores, este artículo no tiene más pretensión, en palabras del desaparecido amigo Tony Carmona, que la de actuar como “remedio refrescante contra la desmemoria”.

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