Hoy, ya sea para un gran empresario o un pequeño comerciante poder proyectar cómo deberá manejar sus finanzas en los próximos meses es un desafío inmenso. El que alguna vez tomó la decisión de llevar a cabo un emprendimiento y contraer obligaciones para con otras familias a fin de mes, tiene en este momento una mochila adicional sobre sus espaldas. Y podemos decir que desafíos o desaciertos económicos han habido muchos en el pasado, y eso no sería nuevo. Lo particular de este momento es que no tenemos literatura que nos deje ver cómo sería el mejor camino a tomar.

Por un lado, tenemos la herramienta del home office, pero este tipo de trabajo remoto permite la realización de solo ciertas actividades limitadas, haciendo inviable otras tareas fuera de la oficina. Además, requiere que, en un momento de crisis económica, una inversión adicional por parte de la empresa de dotar a su gente de equipos informáticos y/o conexiones a internet para que puedan iniciar esta nueva modalidad de trabajo.

Por otro lado, las empresas a menos de diez días del inicio de la crisis sanitaria ya empezaron a recibir solicitudes de extensión de plazos de los créditos por parte de sus clientes, y además desde el sector público le solicitan no reducir personal, no cortar con la cadena de pagos y una serie de esfuerzos extraordinarios. Esto significa que el peso o el costo de la crisis lo debe absorber solo un sector de la economía.

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Sería un gran mensaje por parte del Gobierno la publicación urgente de medidas económicas, como, por ejemplo, la reducción de gastos superfluos en sus distintos estamentos, agilización del comercio no solo en productos relacionados a la salud, sino también en productos de consumo masivo para evitar el desabastecimiento. Esto implica no solo la rapidez en registros sino también prever que los costos de trámites necesarios no se vean afectados al ser modificados de papel a digital. Nos debemos enfocar en proveer de productos a la población, evitando mayores sobrecostos a los empresarios que siguen apostando al país y, por ende, logrando un mejor precio al consumidor final.

Además, deberíamos poder darle al sector privado una visibilidad de cómo se reactivaría la economía una vez pasada la crisis sanitaria para tener mejores expectativas, ya que las expectativas son las que generan acciones y convierten esas expectativas económicas en realidad, un ejemplo de ello es la inflación esperada. Ganando las expectativas favorables del sector privado, a través de información sobre planes futuros por parte del sector público, generará un rebote más rápido de toda la economía, ya que ambos sectores empujarán hacia un mismo objetivo. Por otro lado, cuando hay falta de previsibilidad se genera una parálisis del sector privado.

En conclusión, podemos decir que debemos tener la mochila de la crisis sanitaria entre todos los sectores. Y con un flujo constante de información entre todos podremos lograr salir de esto lo antes posible sin grandes cicatrices.

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