Una de las falencias más visibles en nuestro día a día lo constituye una carente o limitada educación financiera, salvo quizás honrosas excepciones.

Son escasos los padres que enseñan a sus niños desde pequeño la utilidad que implica el buen manejo de las finanzas personales.

Se da ello pues muchos adultos conocen poco o nada de las virtudes y ventajas del manejo del dinero en forma racional y correcta y concienciarse paralelamente que existe una relación ingresos-egresos que no debería violarse para no pasar situaciones de sobresaltos a causa de los “sobreendeudamientos”.

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Es un problema semicrónico que viene transmitiéndose de generación en generación. A pesar de que hoy día contamos con muchos medios que nos permiten discernir mejor acerca de las ventajas cualitativas y cuantitativas del buen manejo del dinero, aplicando “la ley del menor esfuerzo” seguimos haciendo un mal uso de los recursos económicos haciendo caso omiso de la sabia frase “no deberías gastar más de lo que tus ingresos te los permiten”, lo cual termina en un sobreendeudamiento del cual a veces resulta difícil salir.

Cuántos casos tenemos de chicos que se atrasan en el pago de sus cuotas del cole, pero en contrapartida sus padres cada fin de semana organizan grandes “farras” regado por abundante cerveza y jugoso asado, mientras que sus hijos pasan vergüenza ante el requerimiento de sus maestros cuando los llaman y les dicen: “Chico: Decile por favor a tu papá que tiene que venir al colegio lo antes posible a ponerse al día con el pago de tus cuotas”.

Hablamos casi hasta el cansancio de la necesidad de actualizar y fortalecer la actual malla curricular tanto en los niveles primario y medio a nivel país, desde el preescolar como materia obligatoria educación financiera, lo cual permitirá a nuestros niños desde chiquitos conocer y valorar el uso del dinero.

Si todos lo pusiéramos en práctica, y se capacita a los docentes, dado que muchos de ellos también adolecen de educación financiera, la formación de nuestros niños y jóvenes en el manejo de las finanzas personales podría permitir llegar a los objetivos y metas deseados.

Vivimos en la época del consumismo y cuántas veces vemos en los escaparates de los shoppings objetos que nos gustan, pero que en realidad no son prioritarios dentro de nuestra escala de prioridades y lo mismo “nos tiramos” a las compras compulsivas y después cuando nos llega del banco o financiera el extracto de nuestras tarjetas de créditos, nos vemos en apuros y en la obligación de “bicicletear”, pagando solo el monto mínimo, olvidando que el saldo pendiente va acumulando intereses.

¿Cuántos jóvenes concluyen la educación media sin conocer el manejo de las herramientas básicas de gestión financiera? Desconocen los principios básicos de un crédito, no están capacitados para organizar su propio presupuesto de ingresos/gastos y mucho menos tienen conocimiento de la metodología del funcionamiento del interés compuesto, y por lógica consecuencia la capacidad de discernimiento para una eventual inversión tampoco los tendrán.

La gente se queja de que no les sobra para su día a día, pero sin embargo basta recorrer los bares y restaurantes de Asunción y vemos desde los días viernes abarrotados de gente, bebiendo y comiendo, como si fuera “la última cena”.

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