Padres ausentes, falta de valores, malas compañías. Cóctel perfecto y seguro para la formación de un futuro delincuente o chico/a con problema. ¿Lo grave? Que a mi parecer una mayoría está creciendo así, y no hablo de jóvenes marginales sino “de familia”. ¿Qué puede ser más importante que tus hijos? Tenemos que despertarnos como sociedad.

Si les dedicas tiempo a tus hijos, les enseñas valores, les das ejemplo, disciplina, amor y les cuidas de las malas compañías, es muy pero muy difícil que te salga mal. Sería un caso excepcional muy raro que así sea. Por el contrario, si no haces eso, sería un caso excepcional que te salga bien.

No hay familia ni padres perfectos, pero sí hay familias sanas. Mi familia es una más y el matrimonio de mis padres es un ejemplo de lo que hablo. No ha sido un matrimonio perfecto, tenían muchas diferencias de temperamentos, lo cual hacía a veces que la convivencia no sea fácil, pero tenían lo más importante: Amor y compromiso al pacto.

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Recuerdo que cuando yo era pequeño, y aún de adolescente, y veía que discutían, siempre me apartaban cada uno por su lado y me decían: “Tu mamá es una gran mujer, la amo y siempre me volvería a casar con ella”, o: “Tu papá es un papá maravilloso que ama a su familia y ustedes deben de imitarle”. Y así era, una pareja imperfecta pero que estaban dispuestos a dar sus vidas uno por el otro, y ambos por su familia. Lo que mis padres querían cuidar era que las circunstancias de la vida no impidieran que pueda ver la bendición y el beneficio de pertenecer a una familia donde, a pesar de sus defectos, sus integrantes están parados sobre el amor y el compromiso unos con otros.

Lo que estaban haciendo era cuidar mis sentimientos, mi corazón y el de mis hermanos, por si esas escenas pudieran haber dañado mi imagen de matrimonio o familia. Ellos querían que entienda que la familia vale y que los problemas no debían de ser excusas para hacer mal las cosas, aunque ellos hayan fallado. La vida debe ser edificada sobre principios sólidos, sobre valores claros.

Ya Jesús dijo, cerrando su famoso Sermón de la Montaña, que a cualquiera que oyera sus palabras (que eran palabras y principios de Dios) y las hiciera, lo compararía con una persona prudente que edificó su casa sobre la roca, sobre lo sólido, estable y seguro. Advierte que vinieron vientos y ríos y golpearon con fuerza aquella casa, “pero no cayó”, y dio el motivo: “Estaba fundada sobre la roca”, sobre los valores eternos de la palabra de Dios. Los hogares, sin importar lo bien que quieran hacer las cosas, no están exentos de problemas, pero los que están edificados sobre la roca, es la promesa de Dios, que no caerán.

Siempre digo y lo seguiré diciendo: con padres así es difícil salir mal en la vida.

Gracias papá y mamá por el ejemplo de amor y compromiso que nos mostraron y por enseñarnos que en la vida no hace falta estar siempre bien para seguir fiel al pacto que uno hace.

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