• Por Laura Ramos
  • Socia del Club de Ejecutivos

¡Qué importante es un factor no tan apreciado por nosotros como lo es la estabilidad macroeconómica! Sin darnos cuenta la consideramos como algo natural y normal en nuestro día a día y no tomamos conciencia de todo lo que ello implica.

Nuestros vecinos argentinos, que estuvieron visitándonos, muchos por primera vez, por un encuentro deportivo hace unos días, quedaron maravillados al conocer los factores de nuestra economía como la inflación acumulada del año, o la estabilidad de nuestra moneda al no haberle sacado nunca en nuestra historia ningún cero, y se sorprendían positivamente con la certidumbre de nuestra proyección anual. También de la calidad humana de su pueblo y la hospitalidad recibida.

Para los que vivimos dentro de esta burbuja de estabilidad nos es natural y hasta nos olvidamos cómo es que ello se logra. Pero en las recientes semanas donde la estabilidad no es moneda de cambio en la región, creo que es fundamental para que asumiéramos conciencia y valoremos lo que tenemos. La región nos ha demostrado ser muy desarrollada en muchos aspectos, siendo factores como la infraestructura y la innovación puntos claves en avances para un buen clima de negocios, de los que estamos muy alejados en las mediciones, pero así también cuando se mide el clima de negocios de América Latina nos hemos sabido ubicar en los primeros puestos gracias a la independencia de nuestro Banco Central y a la facilidad para las exportaciones, ya que estas últimas no poseen trabas o aranceles como sí ocurre en otros países.

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Independientemente de las buenas calificaciones de clima de negocios que logramos obtener, las malas experiencias de nuestros vecinos debemos capitalizarlas para no terminar con los mismos errores en un futuro no lejano. El hecho que países que siempre fueron ejemplo en la región, como Chile, tengan una rebelión civil en pleno siglo XXI indica que se venía gestando a pesar de su crecimiento económico una mayor desigualdad social, por lo que una mínima chispa de insatisfacción prendió la mecha de estratos sociales que estaban descontentos con la calidad de vida que llevan.

Independientemente que después los destrozos y desmanes se hayan aprovechado para intereses políticos, no debemos dejar de lado que una sociedad que mire de costado la desigualdad que generan los crecimientos económicos sin desarrollo para todos, lo único que crea es una bomba de tiempo que está lista para explotar.

Dicho esto, la desigualdad en nuestro país es una materia pendiente, al margen de que tengamos el premio de concebirnos en una burbuja de estabilidad económica, no debemos de dejar de lado la bomba oculta que se está gestando en la desigualdad. Hay una diferencia muy grande entre el 5% más rico y el 5% más pobre del país. Esto genera que nuestra sociedad tenga una falta de desarrollo en su calidad de vida en los estratos más bajos.

No debemos dejar la oportunidad que tenemos aún, con una paz cívica envidiable para la región, para priorizar y trabajar arduamente desde la sociedad civil y el Estado en conjunto por unas condiciones sociales más equitativas. No debemos de mirar de costado la realidad de muchos por una cómoda calidad de vida que tenemos las personas privilegiadas de la sociedad. Son justamente las personas de privilegio las que toman las decisiones que afectan a las mayorías, y no debemos dejar pasar el tiempo y convertir a nuestro país en una anarquía con lucha de clases y reclamos justos no atendidos a tiempo.

Por la tanto, aprovechemos que podemos ver el futuro al observar la actualidad de países vecinos. Tomemos conciencia, y lo más importante, tomemos acciones a tiempo para no caer en las trampas de crecimiento, donde de nada sirve tener tanto si hay muchos compatriotas que no tienen nada.

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