EL PODER DE LA CONCIENCIA

A los presos de Tacumbú hay que pegarles desde que amanece, con rebenque, si es posible meterles picanita eléctrica todo el día, torturarles, y mejor si se mueren de hambre para deshacernos de esa lacra, total les damos de comer y no hacen nada, son unos plagas... decía muy seriamente hace apenas unas horas un fulano. Debe ser entendido en la materia porque tiene formación terciaria el tipo.

Esa fue la chispa de lo que viene a continuación. Pero el embrollo comenzó hace tres o cuatro días atrás, cuando los medios difundieron la información acerca de la “celda vip” que había sido desmantelada en el Buen Pastor.

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Una ola de indignación colectiva se apoderó de la conciencia ciudadana al recordar los lujos que anteriormente se habían filtrado de presos que tenían privilegios y lujos más allá de los imaginados, con aparatos y equipos que los que estamos del otro lado de los barrotes miramos y sabemos que no los podemos comprar ni si ahorramos todo un año. Solo los narcos.

Si pretendemos hacer un análisis objetivo, sin embargo, lo primero que necesitamos es tener la cabeza fría, bajar los decibeles, pisar tierra. “No calentarum, largo vivirum”, decía Nico Espinosa.

Y así que, aquí comenzamos, y va la primera pregunta: ¿Qué es una “celda vip”?

Según los medios, “en el sitio hallaron mobiliarios que no corresponden al sistema penitenciario”. Me gustaría conocer, entonces, el catálogo oficial de dichos mobiliarios. ¿Qué dice la ley acerca de qué puede o no tener un reo?

Como no soy experto, tengo más dudas que certezas, pero en algún lugar leí que las personas que cometen crímenes o delitos (y son sentenciadas) deben recibir una pena “privativa de su libertad”. Ese es el castigo, perder la libertad. No la vida, ni el juicio, ni la salud.

Pero vamos por partes. Los que en el Buen Pastor realizaron la denuncia –y supongo que posterior requisa– fueron funcionarios del Ministerio de Justicia. Según la información, en la celda vip había “TV led con señal de cable, lavarropas, frigobar, acondicionador de aire, celular, además de un lujoso placard y cama sommier”, con los que eran beneficiadas dos reclusas.

Si es que la ley dicta que el castigo por “portarse mal” es perder la libertad, ¿por qué las presas deberían lavar a mano sus ropas si pueden tener un lavarropas? ¿O la ley ordena que las ropas deben ser lavadas a mano? Si es así, bueno, asumo mi ignorancia. En todo caso, el establecimiento penitenciario debería contar con un lavarropas gigante y encargarse de la limpieza de las prendas de todos. Todos por igual, así no hay quejas.

Murmurando esta incógnita, una mosca me zumbó en el oído y me dijo que es parte del “negocio”. Si los presos quieren tener ropas limpias tienen que pagar y el servicio se realiza fuera del penal. Debió ser una mosca mentirosa porque imagino la fortuna que representaría la cadena de pagos que hay que hacer –desde los guardias hasta la lavandera y de vuelta– para que un calzoncillo regrese limpio, más barato sería andar sin ellos. Pero eso es muuuy peligroso en ese lugar.

El acondicionador de aire tampoco es un lujo hoy día con esto del cambio climático y temperaturas que superan los 40 grados y sensación térmica de 50. Imaginar esa situación no es difícil. Basta recordar cualquiera de estas noches de calor en las que a la Ande se le ocurre cortar el suministro eléctrico para saber qué se siente. Solo que hay una pequeña gran diferencia: usted o su vecino pueden darse una ducha para refrescarse, o salir al patio en busca de una brisa. El preso no. Él está en una celda superpoblada, con asesinos malhumorados y sudorosos que no necesitan ninguna excusa para investigar las costillas de su “kp” con un estoque. Entonces, es mejor quedarse quietecitos.

Esta imagen me recuerda fotografías de siglos pasados, de cuando los pacientes con problemas mentales eran mantenidos en celdas, engrillados. O a los judíos en los campos de concentración. La ley habla de privación de libertad, no de tortura. Y eso es el presente para los presos.

El caso se agrava –y mucho– si mencionamos que la mayoría de los que están en las penitenciarías ni siquiera tiene condena.

¿Cuánto duraría usted si por error lo llevan preso, como por ejemplo sucedió hace días con el comisario Nilson César Salinas? Por lo visto, ocurre. ¿Cuánto duraría usted en Tacumbú? Si tiene suerte, pagaría por un colchón de espuma, caliente y sucio. Sudando a mares en el pasillo, agobiado y desesperado, sin entender qué pasó, sin una sentencia, sin esperanza. ¿Eso no es tortura? No lo sé Rick, más bien parece homicidio.

Sobre el televisor con cable y los celulares en el Buen Pastor, sí, opino que son lujos, aunque el castigo según la ley habla de perder la libertad, no de estar desconectado del mundo.

Dos cosas en este punto. La primera, es peligroso para la sociedad que los presos tengan celulares porque con ellos siguen delinquiendo, pero podrían ver televisión para distraerse o aprender, ya que el sistema penitenciario también menciona algo sobre un concepto lejano conocido como rehabilitación. Si se le embrutece al preso, mal puede rehabilitarse.

En otros países, como Estados Unidos, los presos son aislados y esto representa una de las peores torturas. A algunos presos (luego de estar debidamente condenados) a veces solo les permiten salir al patio una hora al día, solos. Con el tiempo, la salud mental del reo se deteriora de gran manera. Eso sí, les dan una adecuada alimentación.

El segundo punto importante trata sobre los grandes negociados que –según esa molesta mosca que vuela por nuestras prisiones– existen en todo el sistema. ¿Cómo puede tener cable una reclusa y no saberlo el guardia? Algún técnico debió haber entrado para realizar la conexión. Alguien dio la orden para que entrara. ¿Y quién y cómo se paga el servicio?

Es poco creíble que en pleno siglo XXI la magia exista. La mosca al menos dice que no cree en ella y habla de negociados en la compra de alimentos. Ella insiste, pero sin pruebas no hay caso. Eso lo dejamos para otro día.

Al final volvemos a la primera pregunta: ¿Qué es una celda vip? ¿Por qué un preso no puede tener comodidades básicas si el castigo es privarlo de la libertad? ¿Por venganza? Alguien mencionó que es porque todos los presos deben estar en las mismas condiciones. Por igual. Si es así, entonces es a causa de la ineficiencia del sistema el motivo por el que los presos (incluyendo los que no tienen sentencia) padecen la tortura del calor, de mala alimentación, entre otras cosas, y se fomenta el delito.

En países de primer mundo, los presos están obligados a producir su propio alimento. Los despiertan muy temprano y el que no trabaja no come. Realizan labores manuales e industriales y hasta les está prohibido hablarse en ese lapso. ¿Por qué los reclusos en Paraguay están ociosos, pensando más en cómo engañar a su semejante en vez de aprender a plantar sus lechugas? ¿Por qué hay tantos presos? ¿Es que los que están afuera no fomentan las oportunidades como deben y se quedan bajo el aire acondicionado cobrando un sueldo del Estado?

“¿...hay que pegarles desde que amanece, con rebenque, si es posible meterles picanita eléctrica todo el día, torturarles, y mejor si se mueren de hambre para deshacernos de esa lacra...?”.

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