• Por Carlos Mariano Nin
  • Columnista

El tiempo se estaba agotando y también las esperanzas. Irremediablemente Jorge había entrado en una cuenta regresiva. Iba a morir. La vida escapaba con los latidos de su enfermo corazón.

Tiene 46 años y una familia que prometió lucharla hasta el final. Me consta.

Estaba primero en una larga lista, pero cuando el tiempo se agota, ese primer lugar a veces es tan lejano como el último.

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Su diagnóstico era una cardiopatía dilatada en fase terminal. Una máquina mantenía la esperanza a la espera de un donante compatible. Hay momentos en que para la familia la muerte llega antes. Todo el sufrimiento, la incertidumbre, la resignación, todo viene de golpe a la espera de un milagro que no llega.

Hoy, según los registros del Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT) del Ministerio de Salud, están en lista de espera para un trasplante 349 personas a nivel nacional. La lista la encabezan los pacientes que requieren trasplante renal, 198 en total. Les siguen 141 personas en espera de córneas, 5 en espera de un corazón y 4 de hígado.

Para muchos una donación será una nueva oportunidad, una nueva vida. Por eso siempre la espera está rodeada de incertidumbre y tristeza.

Y cuando parece que todo se derrumba, fluye la esperanza como un milagro.

La noticia sorprendió a la familia de Jorge, un joven de 17 años que tuvo muerte cerebral tras un accidente; le recordaba que el cielo puede esperar. Su familia decidió donar sus órganos en un gesto de amor que trasciende incluso a la vida misma.

Y aunque parezca contradictorio, es en ese momento de dolor en que la alegría se reparte en forma de esperanza en ambos lados del sufrimiento.

La operación fue un éxito. El corazón de Jorge ya late por su cuenta. Lo sienten sus hijos al abrazarlo. Lo siente su familia y la familia de esos extraños que más allá de lo inevitable decidieron que la vida no se detiene con la muerte.

El resto lo conocemos… es el país del trabajo, el de los grandes profesionales, el que crece y no se detiene. El país con el que siempre soñamos y que ellos, los que se visten de blanco, hacen posible.

El proceso de donación se inicia única y exclusivamente cuando el paciente es declarado en estado de muerte cerebral o encefálica (cese total e irreversible de la actividad de todo el cerebro).

Un donante de órganos puede salvar en nuestro país hasta seis vidas. Un donante de tejidos muchas más. Son personas que mediante otras personas dieron una oportunidad a otras personas. Es como una cadena de milagros que médicos comprometidos hacen posible.

Y hay trasplantes entre personas vivas que demuestran que el amor en verdad lo puede todo.

Al despertar, Jorge miró a sus hijos y vio en ellos reflejada su esperanza. Entonces supo que lo peor había pasado. Las lágrimas nos conmovieron a todos y hubo paz en muchos corazones… Los que lo vimos por televisión entendimos cómo se vive EL AMANECER DE UN MILAGRO…

Ese milagro que está en tus manos.

Dedicado a Atilio Fleitas, compañero y amigo al que hoy veo de nuevo sonreír.

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