El precio del dólar en el mercado no se puede fijar; es decir, poner uno y clavarlo para que no se mueva, al gusto y paladar de quienes así lo quieren “para no tener dudas y trabajar tranquilamente” en un escenario de perfecta estabilidad, en el que todos ganan. Un dólar único durante todo el año, adelantado y garantizado por el Banco Central del Paraguay (BCP), que a su vez lo proyecta para los siguientes años con extraordinaria precisión, es una ilusión muchas veces alimentada por aquellos que de economía saben nada, aunque hablen mucho.

En el mercado del dólar en nuestro país su precio es único, libre y fluctuante desde febrero de 1989; uno solo e igual para todos en la calle (no varios y con clientes distintos preferenciales, como el Estado); libre porque todos lo pueden comprar y vender sin permiso alguno previo para tal o cual operación y fluctuante porque su precio es el resultado directo e indirecto de las fuerzas del mercado y de prudentes intervenciones del BCP (manejo cambiario, monetario y financiero), claro está en un marco sano de estabilidad macroeconómica global, en el que la disciplina fiscal juega un rol fundamental.

Si la economía anda bien y hay una buena oferta de dólares, lo normal es que la demanda de la gente por comprar dólares se cumpla sin problemas: el precio del dólar se mueve poco e incluso tiende e bajar. Nunca se fija con un clavo en el mercado su precio. Nunca. En el caso contrario, cuando la economía anda mal, la demanda supera la oferta de dólares y lógicamente el precio sube y tiende a subir más.

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Al encarecerse el dólar, lo que importamos también se encarece, lo que tiene sus costos económicos en empresas, consumidores, deudores y Gobierno. Por muchos factores internos y externos inevitables e incontrolables, en un momento determinado se produce una fuerte presión en el precio del dólar “hacia arriba”, que obedece a fuerzas naturales del mercado (mala cosecha agrícola, crisis en nuestros vecinos, un dólar fuerte a nivel mundial, bajos precios internacionales de lo que exportamos, gasoil más caro) que no se pueden frenar totalmente.

Esas fuerzas determinan una tendencia alcista en el precio del dólar y la misma debe ser aceptada y respetada. Pero se puede suavizar dicha tendencia para que el dólar más caro no sea tan caro y mucho más caro de lo que podría ser. Y ahí interviene un buen banco central usando sus reservas internacionales para vender “sus” dólares y agrandar la oferta de dólares en el mercado, de tal forma a achicar la brecha con la demanda. Lo tiene que hacer cuidadosamente, tomando en cuenta un montón de factores que hacen al buen funcionamiento de la economía, de manera responsable, y rechazando las presiones de diversos sectores con sus intereses propios, diferentes y encontrados. No ir contra la tendencia, pero sí suavizarla para que las oscilaciones o los cambios no sean bruscos, exagerados e incluso especulativos.

Desde enero del 2018 hasta setiembre del 2019 el BCP vendió 2.314 millones de dólares –ofertó o tiró en el mercado– con el resultado de un encarecimiento de 15% en dicho período, uno de los más bajos de la región. ¿Si no lo hubiera hecho? ¿Y si hubiera vendido más para casi fijar o congelar el precio? Sin intervenir o participar, el dólar sería carísimo. Vendiendo, el dólar no es tan caro. En ambos casos hay un costo económico inevitable.

Pero, ¿vender tirando la casa por la ventana? En el corto plazo el precio sí sería barato y habría caramelitos para todos y felicidad casi gratis. Pero en el mediano y largo plazos, al caer las reservas internacionales a un nivel bajo y teniendo que enfrentar tormentas externas e internas imprevistas como impredecibles e imprevisibles, el dólar tendría cancha libre para volar tan alto como lo quisiera y su precio realmente estaría por las nubes.

Ese es el costo económico del infierno. El que sufrió y vivió la mayoría de los países latinoamericanos por querer clavar en el mercado el precio del dólar, no pocas veces con más deuda externa. Por último, si el BCP vendió 2.314 millones de dólares (su reserva se achicó casi US$ 1.000 millones) ¿cuántos guaraníes salieron de circulación de los mercados, secando la plaza, sin dinero en la calle? “Hendy la calle”. Dejen al BCP hacer su trabajo libremente. No repitamos los crímenes regionales.

Duele decirlo, pero hay que decirlo.

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