• Por Eduardo “Pipó” Dios
  • Columnista

El eslogan del gobierno de Horacio Cartes era “El nuevo rumbo”. Ese eslogan representaba un proyecto. Cartes traía un plan y un norte que había diseñado junto con un grupo de asesores, colaboradores y técnicos de distintas áreas. No era un plan perfecto ni se pudo ejecutar en su totalidad.

Hubo correcciones sobre la marcha, hubo cambios, pero las cosas se hacían con una determinada orientación y siguiendo una línea. El liderazgo del Presidente jamás se puso en duda ni por sus más fanáticos detractores. Jamás mostró debilidad ni en las horas más complicadas.

Marito surgió como la “alternativa a Cartes”, cuando realmente nadie pedía un cambio radical de las políticas que se ejecutaban en el gobierno de este último, sino que había una construcción mediática interesada en establecer que todo estaba mal, que Cartes era un déspota y que si no “caía” íbamos derecho a una dictadura inmisericorde.

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Ese “relato” vendió a Marito como el líder de la “resistencia” cuando lo que se resistía no estaba claro para nadie o, más bien, dentro de los propios “anti” había de todo. Por un lado, los colorados destetados por HC, furiosos por volver a mamar del Estado, a disponer de él, como propio y a perpetuarse; y, por otro, la “oposición” de los líbero-pedepistas, surgidos de la vieja alianza entre Alegre y el matrimonio Masi Filizzola y su elenco de fiscalitos letrados, y por otro, la izquierda variopinta del Frente Guasu, que se plegó luego del fracaso de la enmienda en la que ponía sus fichas para la vuelta de Fernando Lugo a la presidencia, siempre cercanos al otro sector liberal liderado por Llano.

Se aliaron contra, primero para frenar la enmienda a la que le temían con histeria, ya que con Cartes en carrera Marito no llegaba ni a los premios y Efraín menos, más teniendo a Lugo en carrera. Luego, vinieron las elecciones y Marito jugó más rápido que Efraín consiguiendo el apoyo de Cartes. Evidentemente, la idea era usarlo y luego deshacerse de él para unirse nuevamente a sus verdaderos socios y cogobernar sobre las cenizas del cartismo.

Eso más que plan o proyecto, era una aventura irresponsable. Un estadista, un político serio, no puede armar un proyecto simplemente basado en tomar el poder, repartirlo entre sus aliados y ver qué pasa. Un gobernante no puede ser tan irresponsable en armar un gabinete de amigotes, compañeros de escuela, socios comerciales y recaudadores. Y encima dedicarse solamente a hacer arengas vacías de contenido atacando a tu enemigo luego de haberlo traicionado.

Sobre todo cuando tus propias huestes están llenas de delincuentes, clanes mafiosos metidos en el narcotráfico y delitos conexos, gente que financió la campaña con dinero de orígenes tan nefastos como el terrorismo internacional. Quizás los medios amigos, cebados con el dinero público y los negocios con el Estado, puedan cubrir un tiempo las trapisondas de tu gente, pero si encima sos torpe y tu gestión es lamentable, no hay milagros.

Marito eligió mal porque él mismo no tiene la capacidad ni la altura para estar al frente de un país. Marito es una creación del marketing, un producto de las circunstancias, un candidato generado irresponsablemente por un grupo de políticos y empresarios sin escrúpulos, obsesionados con volver al poder. Muchos de los que lo votamos pretendimos tener alguna esperanza, muchos pensaron que se iba a dejar asesorar medianamente bien, que iba aprovechar la experiencia política de algunos de su entorno, a los que finalmente aisló, para rodearse de pillos, obsecuentes y chupasangres. Ese primer viaje al Vaticano ya nos mostró lo que iba a ser su entorno y, por ende, su gobierno. Esa comitiva es la gentuza de la que se rodeó y la que lo asesoró. Y el resultado es lógico. Lamentable.

Hoy no tenemos muchas más esperanzas, no es Horacio Cartes el que está en el poder ni va a ser él el que marque el rumbo. Sí, al parecer, es Marito el que se vio al borde del abismo y optó por aceptar rodearse de algunos viejos zorros que ven más allá de sus odios y sus ambiciones personales. Esos zorros saben que la supervivencia pasa por acercarse a Cartes y alejarse de los que llevaron al gobierno a esta situación. Si se da esto efectivamente podrá ser otra la historia. Los eventuales desplazados no descansarán en su tarea de boicotearlo y atacarlo para volver al poder. Por ahora, seguimos sin rumbo, pero dependerá solamente de Marito si va a marcar alguno o simplemente estirará su agonía.

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