Nadie hubiera pensado que tras el golpe del 89, que derrocara la dictadura de 34 años de Alfredo Stroessner y que costara la vida a tantos soldaditos inocentes, a 30 años el Paraguay estuviera a punto de concretar un nuevo y vergonzoso récord de totalitarismo.

Sí, falta un período, apenas las próximas elecciones generales, para que la Tiranía Parlamentaria, bajo la que viven los paraguayos desde 1989, supere a la ejercida por el propio Stroessner.

Con la amarga experiencia de un Poder Ejecutivo todopoderoso y con miedo de que se repitiera esa posibilidad, la Convención Nacional Constituyente de 1992 restó fuerzas al que sería elegido próximo presidente de la República y abroqueló el Congreso con atribuciones para que pudiera equilibrar los tres pilares fundamentales en busca de una promesa llamada Democracia.

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Sin embargo, el planteamiento fue inocente y poco a poco el Poder que debía conducir a un floreciente destino de millones de compatriotas literalmente se corrompió. Tras cada nuevo período, el Parlamento –como en una corte de la realeza que no tiene nada de noble– fue sumando para sí privilegios inconcebibles con autoaumentos salariales no acordes con la realidad, bonificaciones, viajes, gastos de representación, viáticos, vacaciones, seguros de salud, guardias de seguridad, asesores y hasta regalos, alimentos y flores. Con los años, la “amistad” con el Poder Judicial hizo que este no “viera” la Justicia con la objetividad requerida y también que “olvidara” expedientes en profundos cajones llenos de polvo, lo que sumó otra regalía más: la impunidad. Los que hacían la ley y los que aplicaban la ley firmaron un pacto intangible.

Con la impunidad, todos estos abusos y desvaríos de poder, que en principio eran manejados en secreto, con el tiempo se hicieron cada vez más evidentes y sin disimulo. Pero con la llegada de las redes sociales, las denuncias de arbitrariedades e injusticias se masificaron y los ciudadanos expresaron su indignación.

Así los otrora “honorables” dieron paso a nuevas denominaciones como “Senarratas” y “Dipuchorros”. Episodios vergonzosos se sumaron al argumento legislativo, como la cobarde huida de los parlamentarios por la puerta trasera ante una manifestación ciudadana o los cada vez más frecuentes escraches o la quema misma del Congreso.

El “reinado” ya no fue tan sencillo como antes y la ciudadanía exigió que ya no se convoque en adelante elecciones con listas sábana, además que los “representantes del pueblo” que ocupan curul rindan cuentas de sus excesos ante la Justicia.

Hoy día el horno no está para bollos. Conscientes del peligroso hartazgo que generaron a los “comunes” en tres décadas, los parlamentarios maniobran para elevar los grados de seguridad que rodean al fuero que los protege por ley, pero no tuvo el visto bueno ni del Ejecutivo ni de los mandantes.

Mientras, para agitar aún más las aguas, ya no solo se ven novedosas escenas de pugilato en Tacumbú, sino que también en la Cámara de Senadores. Todo esto expuesto a la inmediatez, como la extraña liberación de un supuesto procesado narco para que vuelva a ocupar el sitio que le corresponde en el Congreso o como el bizarro caso de los dos senadores que fungen de tal sin haber sido electos ni proclamados.

Tendríamos que usar una lente especial y analizar más profundamente estos 30 años de trayectoria parlamentaria. Tal vez podríamos darnos cuenta de que en ese nido no solo las pobres “ratas” son el problema, sino las invisibles pulgas que constantemente murmuran consejos al oído y hacen creer a los roedores que son semidioses. Como hacia el año 1350, cuando también esos “inofensivos” insectos diseminaron la peste negra y mataron a casi 100 millones de personas en Europa, África y Asia.

Con beneplácito hoy vemos que un nuevo proyecto de ley propone reducir los groseros gastos del Estado, sin embargo los primeros en protestar son los funcionarios y sindicatos que rechazan la supresión de privilegios argumentando que esos “derechos adquiridos” perjudicarían a unos 300 mil funcionarios públicos. A esta intención se suman los funcionarios del Senado a los que no les agradó la orden del nuevo presidente de esa Cámara de que volvieran a trabajar 8 horas (como debería ser normal), así como tampoco cayó bien que el titular de Diputados anunciara la baja de más de 600 funcionarios en esa administración.

En la antigüedad, la cabeza de los reyes eran las que rodaban porque ellos eran los culpables visibles de los excesos que se cometían en el reino, sin embargo en la cocina, el chef mantenía bien alimentada a toda su familia, a sus amantes, y conseguía favores desde el mercado con mejores precios sin que nadie lo supiera y hacía tratos con el pescador para preparar platillos a base de pescado… a cambio de otros favores.

Desde 1989 la democracia ha dado tantas vueltas que hoy se encuentra bastante mareada. No sabe cómo llegar a la meta, mientras otro peligroso competidor está a punto de romper el récord establecido por Stroessner desde 1954. La Tiranía Parlamentaria puede pasar al frente en la historia como la ganadora, con la ayuda de las invisibles pulgas.

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