Nunca es agradable referirnos a un colega cuando está haciendo mal las cosas. Es muy difícil hacer críticas a una persona que proviene del mismo ámbito laboral. Es más, existen profesiones en el país en el que sus componentes difícilmente realizan cuestionamientos a la labor de otro del mismo entorno. Esto se ve mucho en el cuerpo de médicos en Paraguay, un círculo especial en el que no se “atacan” porque sí nomás alegando principios éticos, inclusive cuando se dan casos delicados de negligencia. Ocurre también entre abogados y otros grupos políticos, sociales y económicos.

No obstante, en el ámbito mediático es más difícil ser indiferentes y apelar al silencio cuando los hechos a la vista de toda una ciudadanía son difíciles de omitir. Con más razón, cuando uno de estos profesionales, que ocupa un alto cargo electivo o pasa al frente de una de las instituciones del Estado, incurre en irregularidades en su gestión o no responde a las exigencias de la ciudadanía. En casos así, por opción personal, la persona que es “blanco” de críticas pasó a convertirse en un servidor público, por lo que está sometido permanentemente al escarnio público y de la prensa. Tampoco debería molestarse por eso.

Mario Ferreiro, intendente de Asunción, que en poco más de un año se retirará de la municipalidad con la cruz sobre sus espaldas de una opaca gestión, es un vivo ejemplo de lo que digo. Se trata de un profesional de la comunicación metido a político, quien en este caso está dejando un mal precedente para los mediáticos y faranduleros que en el futuro quieran pasar a la competencia política. Debido a su pobre desempeño, pocos ciudadanos, excepto sus familiares y amigos cercanos, se animarían a votar por una persona como Ferreiro por temor a que “salga mal la criatura”.

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Es aventurarse, pero sospecho que hipotecó seriamente un futuro que era promisorio. En su situación, con el “aval” de la gestión municipal, no sería prudente lanzarse de nuevo en el 2023. Hay mucha decepción de la gente hacia su trabajo comunal.

Como ya lo decía un colega analista, duele decirlo, pero hay que decirlo. Ferreiro parece vivir encerrado en su propio mundo. Los baches que minan la capital, las basuras acumuladas en los barrios de la ciudad, el aspecto de la Terminal de Ómnibus de Asunción, el desorden en el tránsito y la superpoblación de la comuna a su cargo son apenas algunos dramas heredados, pero que a un año de culminar su tarea no ha podido solucionar ni uno de ellos.

Es más, se sumaron nuevos hechos y sospechas de corrupción administrativa. Ejemplo de esto es que fue convocado por la Junta Municipal para que aclare –si es que puede hacerlo– las denuncias de supuestos pedidos de coimas de 20 millones cada uno para la adjudicación de locales gastronómicos sobre la Avda. Quinta.

El factor Mario Ferreiro es emblemático porque no es un director de un ente público ni ministro cualquiera, se trata nada más y nada menos que del Lord Mayor de la Madre de Ciudades del Río de la Plata y principal figura de la capital de la República del Paraguay. Con semejante pergamino, en el arranque nomás, hubiera hecho acuerdos importantes y convenios estratégicos con las diferentes instituciones públicas, inclusive con las dos binacionales, para llevar y acelerar proyectos de infraestructuras que puedan cambiar a corto plazo el principal casco urbano del país. Se sabe que apenas encontró cierto esfuerzo para seguir la inercia de algunos proyectos ya encaminados por otras administraciones, como la Costanera y otros pocos de revitalización del comercio capitalino.

Lo más increíble de todo, como bien apuntó un compañero de trabajo en estos días, es que se han visto pocos eventos culturales de jerarquía en Asunción organizados por la municipalidad a su cargo. Se trata de un área que Ferreiro conoce muy bien. Si bien ha hecho algunos esfuerzos por fortalecerlos, no han trascendido en la medida de lo que la gente esperaba.

Existen tantas ideas que pueden convertirse en emprendimientos productivos y acciones que pueden sacar del estancamiento a nuestra querida Asunción, pero lamentablemente quienes llegan al poder al palacio que se encuentra sobre Mariscal López son devorados por una maquinaria acostumbrada a devorar recursos de toda índole. Antivalores como la corrupción y el prebendarismo siempre están presentes. Hasta hoy, nadie se animó a desmantelar y poner en marcha un plan serio de achicamiento de funcionarios que germinó más que nunca en la era de Carlos Filizzola. Lo cierto y concreto es que Ferreiro vive en su propia burbuja, por lo que no tiene una idea clara de los verdaderos problemas de la Madre de Ciudades. Hasta ha sido motivo de burlas y memes, pero él no quiere pinchar el globo porque a lo mejor cree que todo está bien.

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