• Por Laura Ramos
  • Socia del Club de Ejecutivos del Paraguay

En los últimos días se vio una publicación donde el Ministerio de Hacienda informa que se ha aumentado el gasto en salarios en la Administración Central en un 9,5%. Si bien este incremento genera grandes sensaciones encontradas, la principal sensación desde el empresariado sigue siendo la necesidad de mejorar la eficiencia en los gastos.

Es claro, y estamos todos de acuerdo, que los mejores funcionarios deben ser remunerados de una manera tal que los atraigan y que no se los pierda con la oferta que reciben desde el sector privado. Ya que trabajar en el sector público, además de remuneraciones bajas en comparación con el sector privado, tiene como agregado en ciertos puestos claves el estar expuesto a la opinión pública, generando esta situación a veces una desmotivación adicional.

Sin embargo, a lo ya desarrollado, la información que se publica con mayor cotidianeidad es la de gastos en salarios a funcionarios con relaciones de nepotismo, planilleros o funcionarios relacionados por su actividad política más que por sus capacidades en la función donde han sido nombrados.

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Por todo esto es que los anuncios de aumento de gastos en salarios traen aparejado una duda existencial de parte del ciudadano en cuanto a la calidad del gasto. De ahí que es pertinente preguntar: ¿son más de lo mismo que leemos en los diarios o son mejores y más calificados funcionarios que nos representarán?

Cuando analizamos que de cada G. 100 ingresados G. 73 se destinarán a remuneraciones, representando al 73%, de acuerdo con el presupuesto, nos queda un sabor amargo. También hay que decir que si bien el no aumento en el 2017 –por el veto al presupuesto– se debió implementar el presupuesto del 2016 dejando sin variación; por otro lado, el mayor crecimiento se dio hace ya unos años, en el 2012 con un aumento del 30%.

Aparejado con este tema de aumento de salarios en el sector público dentro del departamento Central, tenemos también dentro de los títulos principales los incrementos en impuestos, implementación de nuevas tasas o nuevas regulaciones siempre ajustando aún más al sector formal ya inscripto dentro del sistema tributario. Por lo que volvemos a insistir: toda política fiscal debe ir de la mano con gastos eficientes y no seguir alimentando a un Estado ya obeso cazando en el zoológico.

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