• Dr. Miguel Ángel Velázquez
  •  @DrMime

Si a mi cerebro le dieran la oportunidad de elegir tres deseos, cual regalos otorgados cada uno por un rey mago de la naturaleza, estoy más que seguro que pediría sin lugar a dudas tres sustancias que, de lejos, son las responsables de ese “sentirse bien” que tanto buscamos los seres humanos. Estas tres llaves al santo grial de la felicidad se producen normalmente en el cerebro, pero su presencia se ve condicionada por factores externos que definitivamente pueden condicionar nuestro bienestar. Es más, la industria sintética de las drogas explora la manera de producir sustancias que disparen estos componentes que nos hacen sentir bien y, por ende, nuestro cerebro busca a toda costa tener.

La primera de esas sustancias es la dopamina, la reina de lo que conocemos como sistema de recompensa cerebral, y que abordaremos en más de una ocasión en esta columna. Su presencia es indispensable para la realización de las cosas, ya que fomenta la búsqueda de objetivos, y al conseguirlos, provoca una descarga de sensaciones que “premian” el logro. Su presencia en el cerebro impulsó nuestra evolución al premiar sobradamente la reproducción, ya que promueve la supervivencia y la cohabitación con la pareja, lo cual es algo exclusivo de la especie humana.

La segunda sustancia es la serotonina, la cual induce al placer y al bienestar. No en balde, aparte del cerebro, se sintetiza también en el aparato digestivo, por lo que siempre una buena comida proporciona alta sensación de sentirse bien. Esto también explica el por qué cuando nos sentimos mal, buscamos en la heladera la solución a nuestros problemas, lo que se conoce como “comer emocional” y de lo cual también hablaremos en entregas futuras. La presencia aceptable de serotonina es la manera que tiene el cerebro de no sentirse vulnerable, y de mantener el ego, es decir, el reconocimiento propio a las acciones: a serotonina alta, mayor aceptación de uno mismo. Y si querés producir más serotonina, sencillamente hacé ejercicio: la serotonina se libera a raudales cuando nos movemos en el ejercicio o bailamos… es por eso que “da gusto” bailar…!!!

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La tercera responsable de nuestro bienestar es la oxitocina, producida por una glándula pequeñita llamada hipotálamo, y que cumple funciones tan diversas e importantes como el enamoramiento, la sensación de bienestar a las caricias, el apareamiento o la conducta agresiva de las madres para defender a sus niños. Esta sustancia se libera en enormes cantidades en las experiencias de éxtasis de las personas creyentes en el momento de experimentar sus “conexiones” con la “divinidad”, como se cuenta que le pasaba a Santa Teresa de Ávila, en quien las experiencias de comunión espiritual eran tan intensas que le provocaban orgasmos, por lo que se sentía tremendamente incómoda, e incluso temerosa de poder ser castigada por esa “incorrección corporal pecaminosa”. Asimismo, personas del espectro autista no pueden producir normalmente oxitocina, por lo que no pueden sentir el placer como lo sentimos los demás.

Es importante conocer a estos tres componentes esenciales de nuestra felicidad, ya que promover su producción por el cerebro nos va a llevar definitivamente a sentirnos bien, ya que como dice Diego Torres en una de sus mas famosas canciones, todo se basa en “…tratar de estar mejor…” …aunque parezca por ello que estamos de la cabeza…

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