En 1985, el dictador Stroessner comenzó a no pagar las deudas externas de Paraguay y acumulaba atrasos pateando compromisos financieros internacionales. Le importaba un carajo la imagen del país. El robo y la corrupción eran espantosos. Y caían las reservas del Banco Central (BCP). Mandaban los militantes, lo peor del coloradismo, con don Mario Abdo Benítez a la cabeza. Se ennegrecía la noche y aún lejos estaba el hermoso amanecer liberador del 3 de febrero de 1989. No se pagaba al Brasil una deuda de 486 millones de dólares, le fallábamos incluso al Banco Mundial y a bancos comerciales agrupados en el Club de París, que después nos demandarían con todo (se solucionó en 1992).

En 1986, Paraguay mundialmente cae en default selectivo (incumplimiento en sus pagos). Perdimos financiamiento externo. Pero nada se sabía públicamente. La dictadura ocultaba tanto asesinatos como el default y los feroces mordiscos a los fondos del BCP. En febrero 13 del 2003 se repitió la negra historia y volvimos a caer en default por no pagar nuestras cuentas (unos 21 millones de dólares) y tener atrasos con el BID y el BM. Reinaba o hacía de gobernante Lucho, pero el poder era de Calé. Peor combinación solo quizás Al Capone con Pablo Emilio Escobar Gaviria. Poniendo un ejemplo extremo.

Recién en julio 26 del 2004 salimos del default gracias a Dionisio Borda y Nicanor. Héroes. Largos 18 meses de oscurantismo. Saliendo del default hasta el martes 11 pasado subimos 9 escalones, y con la mejora en la calificación riesgo país de Fitch Ratings estamos a las puertas de graduarnos. Por lo muy bueno que hicimos en los últimos años para una economía envidiable, y por: “El gobierno de Mario Abdo Benítez se comprometió a continuar la política macroeconómica del anterior gobierno”. ¿Cartista? El reaseguro fue nuestro ministro de Hacienda, figura clave del éxito de ayer, su excelencia Benigno López.

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Todos los países deben endeudarse en y con el mundo porque necesitan dinero para sus inversiones públicas, grandes obras en prácticamente todo, autopistas, asfaltar rutas, construir caminos, puentes, más agua, luz, escuelas, hospitales, aeropuertos, mejor gobierno, para que la gente viva mejor.

Para darte ese dinero preguntan qué tan buen deudor eres. Si pagás tus cuentas con responsabilidad. Y ahí aparecen las llamadas calificadoras internacionales del riesgo de los países como Standard and Poor’s, Moody’s y Fitch, que ponen notas a los países basadas en rigurosos informes sobre la economía del país deudor, fortalezas y debilidades, y qué capacidad real tienen que cumplir o incumplir con sus compromisos financieros internacionales. Mejor te ven y tu nota es más alta. Lo que te permite conseguir en el mundo más dinero y en mejores condiciones (tasas de interés bajas y mayores plazos para devolverlo).

En el 2003 caímos en desgracia al no pagar nuestras deudas. Y nos castigaron con la peor nota: la “D” de default. Incapaces de pagar. Se nos vino la noche. Éramos la Venezuela de hoy. Costó salir y mucho se sufrió. Metimos 9 golazos. 9 pasos en la dirección correcta, incluyendo el del martes, con la Fitch Ratings mejorando nuestra nota, y nos falta un escalón para graduarnos. La mejor calificación tiene que ver con todo lo bueno que hicimos en los últimos años para tener una economía que causa envidia.

Lejos de maravillas, con muchos problemas aún, todavía injusta y pobre. Pero, aplaudida y elogiada. Salir del infierno del 2003 y meter 9 golazos nos permiten hoy estar por jugar en la cancha de 5 países mejores que nosotros. Miren el cuadro. Chile y compañía. Uff. Chile y compañía. Y dejar atrás a 6 peores que nosotros. Uff. Venezuela, Ecuador, Argentina, Brasil, Costa Rica y Bolivia.

Gana el país y su gente. Y nos dicen como una razón de la mejor nota “el gobierno actual se comprometió a continuar la política macroeconómica del anterior gobierno cartista”. Y Benigno López, nuestro ministro de Hacienda, es el reaseguro. Conversó con todas las calificadoras. Y no es que los convenció con promesas falsas o fáciles. Todo lo contrario: “Mantendré el rumbo e incluso lo profundizaré y mejoraré”. Los de afuera se miraron y dijeron: “Este está a la altura de los anteriores, incluyendo a una mujer, Lea”. Hasta aquí todo muy bien.

Pero si su hermano, nuestro Presidente, no para la muy sucia guerra política de destrucción que nos divide, ahora ya de claro terrorismo financiero, para ganar mercado y conquistar mayor poder económico por parte de grupos que se dicen limpios y puros, cuando tienen en sus orígenes un fenomenal historial de contrabando fronterizo y manejo mafioso en sus negocios ya en tiempos de la dictadura con acuerdos privilegiados que solo el estronismo daba a amigos y familiares, manejados en la sombra, y con uno de ellos manchado de por vida con la sangre de los mártires del marzo paraguayo de 1999, volverán entonces los fantasmas del pasado. Ya en 1985 dejamos de pagar nuestras deudas y caímos en default. Sucedió lo mismo que en el 2003. Gobernaba el dictador Stroessner pero mandaba la “militancia colorada combatiente estronista”, con don Mario Abdo Benítez a la cabeza. Nos salvó el golpe militar de 1989. Duele decirlo, pero hay que decirlo.

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