El maestro Dionisio Borda fue el creador del combo estatal de la felicidad de fin de año para inyectar dinero en la economía y dinamizar (mover) el consumo (venta y compra de la gente) en prácticamente un mes (parte de noviembre y total de diciembre). ¿Cómo? Con el pago conjunto a los funcionarios públicos y otros de sueldos, aguinaldo, jubilaciones, pensiones y demás extra. De ahí en más todos los ministros de Hacienda y gobiernos que se sucedieron cumplieron al pie de la letra la receta del maestro que inició la construcción de la escuela de la disciplina fiscal y que hoy permite tener una “política pública”, es decir, “nacional”, independientemente de los que lleguen electoralmente al poder para administrar el Estado en beneficio del país. La escuela hoy es un verdadera “institución”, pese al típico pesimismo muy destructivo de los paraguayos. Ahora es el turno de Mario y Benigno. Y también cumplen. El combo 2018 será de 740 millones de dólares. ¿Nos moverá? Si mejora el estado de ánimo de la gente, es decir, si la prensa es responsable. (Uff …).

Días atrás hablamos de la desaceleración de nuestra economía. La marcha más lenta. Se fue la muy buena primera mitad del año con un crecimiento del 5,4% en relación a igual período del 2017. Ya es pasado. De ahí, el camino se ha hecho difícil. Varias causas. Y, volvemos a repetir por su importancia, terminaríamos el 2018 con un crecimiento del 4,3%, después del 5,2% logrado el año pasado, el mayor ritmo de expansión desde el 2013 (8,4%). Y para el 2019 se estima privadamente un avance del 3% –muy posible– que podría en el mejor de los casos rondar el 4%. (Uff …) Del 5,2% al ¿3%?

Nuestros Banco Central – la otra institución pública construida por la minoría de paraguayos responsables, pese a … (Uff …) –nos informa que en los últimos meses cayeron las ventas en los comercios. Es igual decir cayeron las compras. Las dos caras de un mercado. Si no se compra, no se vende. Y entonces decimos: cae el consumo. El consumo de la gente. En este escenario final 2018, afortunadamente, llega nuevamente el combo estatal de la felicidad. En poquitito más de un mes (21 de noviembre al 27 de diciembre) el gobierno (vía Hacienda) tirará al mercado 740 millones de dólares. Es una forma de decir. Inyección de dinero para empujar la economía y “dinamizar” (mover) el consumo de la gente.

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¿Cómo se abre la canilla? Por el pago a los funcionarios públicos y otros, de sueldos, aguinaldo, jubilaciones, pensiones, y demás compromisos. Un total de 506.000 personas serán beneficiarias directas del combo estatal de la felicidad. Que como explicamos, viene ocurriendo desde hace varios años. No es sólo ahora con el actual gobierno de nuestro presidente Mario Abdo Benítez. Lo que, sin discusión, está muy bien, continuando con la tradición, que no se podría lograr sin disciplina fiscal. Si observan el cuadro que acompaña mi escrito con datos desde el 2011, encontrarán el historial de los otros combos. Diferentes gobiernos y ministros han pasado. Nadie ha dejado de cumplir. Sin atrasos. Sin cortes. Con nuestros impuestos y otros ingresos.

El combo récord fue en el 2013, que tiene su causa. Con 875 millones de dólares inyectados. Claro, en tal tiempo, de 5 años (2009-2013) el pago completo de sueldos subió 1.669 millones de dólares. Sólo en dos años fatídicos (2012-2013) el aumento de sueldos para los funcionarios del Gobierno fue de 917 millones de dólares. La oposición más populista en democracia (colorados y liberales), con una generosidad nunca antes vista, autorizó a finales del 2011 un presupuesto 2012 con mejoras del 10% al 60% en los sueldos, que se comieron el 82% y 86% de los impuestos recaudados en 2012-2013. Hoy estamos en 66%, “por culpa de Cartes”. La desesperación del maestro Borda fue desesperante.

Se entiende que los que reciben los 740 millones de dólares lo gastarán en muchas formas. ¿Y dónde? En el mercado. Más compra. Más venta. Mejorará el estado de ánimo de la gente, siempre y cuando la prensa no la destruya, y el comercio bailará. Según estudios las cadenas de supermercados llegan a perder cada año hasta el 20% de sus ventas esperadas por el flojo estado de ánimo de los consumidores, que tienen dinero, es decir, poder de comprar, pero compran menos, por sus expectativas negativas, asustados por las informaciones de que “el Paraguay se acaba”.

Finalmente pero no menos importante: ¡Qué bien sumaría a este muy importante respiro en dinero para los consumidores (Juan Pueblo), el aviso de Petropar que por lo menos nos diga “a finales de año no aumentaremos los precios del gasoil y las naftas”, como lo esperaba o consideraba posible Patricia Samudio. Que el jueves pasado nos desayunara el viernes con un comunicado realmente bien hecho divulgado a ¡las 22 de la noche! Socorro. ¿Y un desayuno de trabajo informativo con la prensa el viernes, con la presidenta y sus mejores técnicos dando la cara? Cuando el miedo se apodera de nuestras autoridades, la desconfianza ciudadana se transforma también en miedo.

Y mejor sería si Petropar en un gesto de grandeza marcara una pequeña diferencia a favor en el precio de gasoil para las 150 estaciones de servicio con el emblema Petropar, y así darles competitividad, aunque “sólo tenemos el 12% del mercado” (comunicado), es decir, mucho no podemos pesar, entiéndase “asustarles a las empresas privadas”. Socorro. ¿Ese 12% nunca va crecer? Con menos mercado David le dio una paliza a Goliat. Dios hace milagros. Soy muy creyente, regalo de mis padres. Dios hace milagros. ¿Y Dios en Petropar? Mi fe tiembla. Entonces no me queda otra que “ver para creer”. Duele decirlo, pero hay que decirlo.


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