• Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
  • MBA

Hoy día contamos a nivel país con aproximadamente 290.000 servidores públicos, distribuidos en diversas instituciones de los 3 poderes del Estado.

Se ha hablado mucho y se sigue haciendo, porque tiene razón de ser el dar el verdadero lugar que corresponde a la meritocracia, idoneidad y capacidad de gestión que nos permitan poder tener una administración pública de calidad comprobada, que toda la ciudadanía anhela pues a través del pago de sus impuestos y otros tributos, permiten que puedan seguir percibiendo sus salarios y otras retribuciones conexas mensualmente.

Una deficiencia estructural de la mayoría de nuestras instituciones públicas se refiere a la limitada formación académica y técnica de muchos funcionarios que están ocupando posiciones de relevancia, por lo que difícilmente podrán llegar a desempeñarse en forma eficiente, pues carecen de dichos atributos lo que por lógica consecuencia tornan complicado que puedan exigir calidad y eficiencia a los mandos medios para abajo.

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Tenemos una superpoblación de servidores en las instituciones, que absorben el mayor porcentaje de los ingresos presupuestarios pues se deben provisionar para el pago mensual de gastos rígidos (sueldos y salarios), absorbiendo más del 65% de los gastos corrientes del PGN, quedando en contrapartida relegados otros sectores prioritarios para el desarrollo del país como lo son salud, educación e infraestructura por el consecuente desfase en la relación ingresos/egresos.

Debemos priorizar la calidad del nivel académico y técnico de los servidores públicos, que hoy por hoy en la mayoría de las instituciones no están a la altura de su posición y responsabilidad asignádales no permitiendo tener un Estado moderno, acorde al mundo globalizado en que vivimos.

Es hora de que dejemos atrás prebendarismo y clientelismo y se haga un relevamiento profesional global del 100% de nuestros servidores públicos, pues es probable que muchos de ellos son capaces e idóneos, pero subutilizados en función a su formación académica y técnica, por lo que se precisa hacer una reingeniería para aprovechar los talentos y reubicarlos o darles otro destino a los que no rinden en función a la posición y responsabilidad que les son asignadas.

Nuestro país cuenta con muchísima gente idónea y capaz para ser un verdadero servidor público. Es hora de que se los mantenga y se los promocione a los que realmente muestran actitud y aptitud para que podamos tener una administración pública moderna con servidores honestos, capaces y patriotas.

Estamos en el siglo de la tecnología y, sin embargo, triste resulta ver que algunas instituciones todavía se manejan en función a registros manuales a la fecha totalmente desfasados y obsoletos en el tiempo.

Es preferible tener una menor cantidad de servidores a nivel país, pero que sean capaces e idóneos en la función que realizan y que se les pague en función a lo que realmente están aportando conforme al perfil del puesto y de la responsabilidad de cada uno.

Así como las entidades financieras vienen reinventándose cada día desde el punto de vista tecnológico, a fin de darles a sus clientes la calidad de atención que se los merecen, a través de la implementación de aplicaciones diversas, que permiten a uno desde la comodidad de su casa u oficina, realizar muchas transacciones que antes eran necesario hacerlo “in situ”.

Eso mismo también podrán implementar muchos entes del Estado, con lo cual incluso les daría la posibilidad potencial de disminuir esa inmensa cantidad de servidores que “presionan” mes a mes las arcas del Fisco en millonarios pagos de sueldos y otros beneficios y ver la forma de destinar parte de la misma a otros propósitos que sean de mayor prioridad y necesidad para la ciudadanía y para nuestro país.

Esperemos que el gobierno actual tenga en cuenta todo esto y que podamos tener en los próximos 5 años una administración pública de calidad acorde al siglo que nos toca vivir.

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