Por Eduardo "Pipó" Dios

En los últimos años Paraguay se ha convertido en potencia en algunos sectores de exportación, carne, soja, energía, entre otros, son la base de nuestra economía, representando la mayor fuente de divisas para el país.

El sector de la carne ha logrado un salto cualitativo y cuantitativo sorprendente. Es fácil para muchos de mi generación y mayores, recordar los insufribles asados con carne tipo suela de zapato que teníamos que cocinar por horas o sumergidos en misteriosos brebajes para "ablandar" los cortes que se conseguían hasta principios de los años 90.

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Hoy en día somos grandes exportadores, 8vos a nivel mundial, en cantidad, pero sobre todo, somos ya famosos en el mundo, por la calidad premium de nuestras carnes. Además, se volvió una especie de motivo de orgullo de los paraguayos, hablar de la calidad de nuestra carne, a la que le damos el título de la "mejor del mundo" para algunos, o por lo menos una de las mejores en general.

Esto es fruto de un gran esfuerzo del sector ganadero, que logró ponerse a la vanguardia en genética y sobre todo en reforzar los controles y las exigencias hacia ellos mismos para ubicarse donde están hoy en día. El acompañamiento del Estado, si bien fue importante, se debió, en gran parte, a la propia presión del sector, para poder cumplir los requisitos de modo a que se les abran los grandes mercados internacionales.

Pero así como hace 20 o 30 años, el sector ganadero tuvo que apretar a los "grandes ganaderos" de la época, para que dejaran la informalidad y se adaptaran a la realidad y las normas mundiales para la cría de ganado, teniendo que dejar de lado las pésimas costumbres que arrastraban por siglos, hoy en día surge la necesidad de ser también duros con los grandes frigoríficos que no cumplan las reglas.

El hecho sucedido la semana pasada con un conocido frigorífico, de capital brasilero, donde se detectó el ingreso de casi 3.700 toneladas de carne sin autorización de Senacsa y aparentemente de origen sin certificar, es muy grave, y debe ser tomado como una amenaza seria para el país. Se pone en riesgo a toda la industria cárnica nacional, ya que, si bien, es aparentemente, un hecho aislado, puede tener repercusiones en las exportaciones, que como decíamos más arriba representan uno de los rubros de mayor generación de divisas para el Paraguay.

No menos grave es el hecho que se introduzcan productos sin los controles adecuados para el mercado local. Estamos expuestos a consumir carne, que supuestamente es nacional, de la que estamos orgullosos por ser excelente, y en realidad es carne brasilera, de origen dudoso y de calidad también dudosa.

Rescatamos la rápida y contundente reacción de las autoridades para reprimir esta actividad ilícita, y castigar a los culpables y sus cómplices. Pero nos queda la preocupación respecto a la fragilidad de una industria tan importante, asusta lo vulnerables que aún somos a factores que representan un claro peligro para el país.

Esperemos que la contundencia de la respuesta no quede en chicanas judiciales o fiscales y jueces complacientes que se dobleguen ante el poder económico de los implicados y que la justicia caiga con todo el peso que corresponda, de modo a disuadir situaciones similares en el futuro. Es lo que nos queda.

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