Robert Lighthizer, el representante comercial de Estados Unidos, quiere acelerar la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Al concluir la sexta ronda de conversaciones el 29 de enero, en vista de que solo se lograron acuerdos en tres capítulos, instó a las otras partes con esta queja: "Les debemos a nuestros ciudadanos, que por el momento viven en la incertidumbre, avanzar a un paso mucho más acelerado".

Sin embargo, con los cambios que pretende acordar, la aceleración puede provocar un choque.

Uno de los mayores desacuerdos se debe a las propuestas de Lighthizer para cambiar las normas del TLCAN aplicables a los automóviles. Desde una perspectiva, el acuerdo ha sido una bendición para la industria. El comercio de vehículos y autopartes representa una cuarta parte del comercio bilateral de Estados Unidos con México y Canadá. A pesar de ello, los críticos del TLCAN consideran que ha causado en gran medida el déficit comercial de Estados Unidos con México y la reducción en su participación en el ensamble de autos. Según argumentan, deberían volverse a redactar algunas reglas que presentan muchas lagunas, para recuperar empleos estadounidenses.

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Se proponen modificaciones a las reglas de origen del TLCAN, que definen qué requisitos deben cumplirse para considerar que un automóvil es de procedencia estadounidense, es decir, que puede aprovechar el beneficio de la exención de aranceles. Si las normas son muy estrictas, las empresas automotrices podrían enfrentar la difícil decisión de mejorar su cadena de suministros o absorber los aranceles respectivos sin aplicar el TLCAN, que son del 2,5% para los automóviles y del 25% para los camiones ligeros. Si son muy laxas, los productores extranjeros de autopartes podrían ingeniárselas para introducir sus productos en los automóviles norteamericanos y así beneficiarse del acceso libre de aranceles que sus gobiernos no negociaron.

Las reglas actuales especifican que por lo menos el 62,5% de un automóvil debe ser originario de la región, sin incluir costos como los de promoción de ventas o embarque. Además, se aplican normas más estrictas a partes incluidas en una lista especial de "rastreo", como ejes, frenos y neumáticos. En el caso de estas partes, solo el valor agregado regional puede formar parte del 62,5%. Es más fácil considerar norteamericanos a los productos no incluidos en esta lista especial, pues solo se requiere un procesamiento mínimo para considerarlos procedentes de la región.

El gobierno de Trump planteó tres cambios importantes: un requisito de mayor de contenido regional (el 85%), un nuevo requisito que establezca que el 50% del contenido debe ser estadounidense y ampliar la lista de rastreo para incluir todo. Establecer requisitos de mayor contenido debería proteger a los fabricantes de componentes locales de los competidores extranjeros, y podría alentar a empresas como Nissan, Toyota y Volkswagen a comprar más de sus partes en la región. Incluir en la lista especial acero y componentes electrónicos, que en su mayoría se fabrican en Asia, también debería alentar las compras dentro de la región. Se supone que el propósito del requisito de contenido estadounidense es garantizar que los empleos que se recuperen no se desplacen a México, donde los salarios son más bajos.

A Canadá y México estas propuestas les parecieron irrisorias. Políticamente, es imposible aceptar un requisito de contenido específico de Estados Unidos, e incluir los miles de componentes de un auto en la lista de rastreo no solo sería una pesadilla burocrática, sino que resulta "totalmente ilusorio", según Eduardo Solís, el presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz.

En el caso de componentes para los cuales la industria automotriz solo constituye una parte de la demanda total, como las baterías de iones de litio, podría ser complicado obtener la información necesaria de los proveedores. Flavio Volpe, el presidente de la Asociación de Fabricantes de Partes Automotrices, un grupo de esa industria en Canadá, señaló que podría dar pie a preguntas "absurdas" como: "¿la materia prima es petróleo? o ¿es necesario saber dónde murieron los dinosaurios?".

Aumentar los requisitos de contenido regional causaría estragos casi de inmediato en las cadenas de suministro de la industria, en especial porque las reglas actuales ya son estrictas. Debido a los costos de cumplimiento, el 20% de los ejes de dirección y el 25% de los radiadores por valor de importaciones ya se mueven dentro de la región sin aplicar ningún beneficio del TLCAN, que en teoría les serían aplicables. Si las reglas se hicieran mucho más estrictas, sería mucho más difícil para los fabricantes automotrices norteamericanos competir con los exportadores de Asia, que registraron el 15% de las ventas de automóviles en Estados Unidos en el 2014. Los acuerdos que Estados Unidos ha negociado después del TLCAN contienen normas menos estrictas.

Durante la sexta ronda, con la mejor disposición de avanzar en las conversaciones, los canadienses propusieron la solución "creativa" de ampliar el alcance del contenido regional de manera que fuera posible incluir elementos como investigación y desarrollo. Si se atraen inversiones de mayor valor agregado a la región, y quizá a Estados Unidos, podría favorecerse la creación de empleos.

No obstante, Lighthizer se opuso a este giro por ser "lo opuesto a lo que intentamos lograr". Advirtió que si se aceptan elementos nuevos como contenido regional, sería menos difícil cumplir los criterios anteriores, por lo que los exportadores chinos podrían acaparar los empleos norteamericanos. Después agregó que "siempre estaba dispuesto a dialogar".

En vista de que persisten desacuerdos tan importantes, de hecho todo está "parado", pues no se ha logrado ningún avance que permita vislumbrar un acuerdo para este año.

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