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Los puristas de los valores tienen muchas razones para fruncir el ceño ante los mercados financieros. Hay muchas cosas que parecen estar fuera de control, desde la rentabilidad de los bonos venida a menos hasta los precios exorbitantes de los mercados de valores. Sin embargo, por lo menos los cambios en los mercados monetarios parecen estar en línea con las reglas básicas este año.

Tomemos el euro, por ejemplo. Desde el comienzo del 2017, la moneda de la Unión Europea ha aumentado casi un 15 por ciento frente al dólar estadounidense, para quedar en 1,19 dólares por euro. Esto acercó al euro mucho más al valor razonable según ciertos puntos de referencia como la paridad del poder adquisitivo (PPA), la tasa de cambio en la cual la canasta básica vale lo mismo en distintos países. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico coloca la PPA del euro en 1,33 dólares, que es un aumento considerable de 1,04 dólares en enero.

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"El elástico tenía que recuperar su forma rápidamente", comentó Kit Juckes de Société Générale, un banco francés.

Claro que el regreso del euro no solo es resultado de su precio bajo. La ansiedad de que las elecciones en Europa pudieran llevar al poder a populistas antieuro, como Marine Le Pen en Francia, se disipó. La economía de la eurozona se ha fortalecido aún más, aumentado las posibilidades de que la política monetaria pronto sea menos complaciente.

Aun así, el Banco Central Europeo (BCE) parece no tener ninguna prisa por satisfacer estas esperanzas, en parte debido a la reciente recuperación del euro. El consejo que fija las tasas de interés del BCE se reunió el 7 de setiembre y se esperaba que mantuviera las tasas de interés sin cambio y que pospusiera una decisión para "reducir" sus compras de bonos.

La otra cara de la fortaleza del euro es un dólar estadounidense más débil. El dólar se disparó en las semanas posteriores a la elección presidencial de noviembre, debido a que se creyó que vendrían grandes recortes fiscales y que un estímulo fiscal de este tipo obligaría a la Reserva Federal a aumentar las tasas de interés más rápidamente en lugar de reducirlas, lo cual atraería capital a Estados Unidos y apreciaría el dólar.

Las esperanzas de la reforma fiscal se acabaron. De hecho, la economía de Estados Unidos ha tenido un mal desempeño. El Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, ajustó sus pronósticos a un crecimiento negativo del PIB en julio. Una serie de cifras inflacionarias sorprendentemente bajas hizo que la Reserva Federal fuera más cautelosa respecto a aumentar las tasas de interés.

Todos estos acontecimientos dañaron al dólar. Desde principios de marzo, ha caído un 6,5 por ciento contra una amplia gama de monedas que se ponderan debido a su importancia para el comercio estadounidense.

Esta es una buena noticia para la economía mundial. Un dólar que se debilita le ha dado a la recuperación de las economías emergentes un poco de espacio para respirar. Un dólar débil permite que el préstamo en dólares se abarate en los mercados mundiales. Los bancos centrales han podido recortar las tasas de interés sin preocuparse de que esa acción debilite sus propias monedas y avive la inflación.

El apetito global por la toma de riesgos también ayudó. Cuando los inversionistas son cautelosos, se aferran a monedas que son "puertos seguros", como el dólar, el yen o el franco suizo. Sin embargo, cuando cae el índice de volatilidad (el Vix, por su sigla en inglés, o el índice del miedo), a las monedas más riesgosas de los mercados emergentes (las que constituyen un "riesgo cambiario") suele irles bien, según Kevin Daly, de Goldman Sachs.

¿Puede continuar la racha ganadora del euro contra el dólar? Los índices básicos, como las valuaciones y las balanzas por cuenta corriente (el gran superávit de la eurozona y el gran déficit de Estados Unidos), sugieren que podría ser así. No obstante, dichos factores suelen ser fuerzas débiles para las monedas.

Otras influencias no tardarán en jalar en dirección opuesta, comentó George Papamarkakis, del fondo de cobertura North Asset Management. La ansiedad del BCE por la fortaleza del euro es una de ellas. Otra, es el plan de la Reserva Federal para revertir su política de flexibilización cuantitativa al permitir que sus tenencias de bonos se reduzcan. Uno de los efectos de la flexibilización cuantitativa es debilitar el dólar, hacer lo opuesto debería fortalecerlo.

El euro ya avanzó mucho en la atmósfera mejorada. El año pasado, tuvo un resbalón debido al miedo de que Le Pen resultara electa, comentó Papamarkakis.

"Ahora ya no hay ningún temor", manifestó.

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