Kabul, Afganistán. AFP.

El recrudecimiento de los ataques con­tra cuerpos de segu­ridad en Afganistán son una demostración de fuerza de los rebeldes talibanes frente al presidente estadounidense, Donald Trump, y un intento de desmoralizar a los milita­res y policías locales, indican los expertos.

En tres de los cuatro ata­ques ocurridos desde el mar­tes contra instalaciones del ejército o la policía, los insur­gentes emplearon Humvees (vehículos militares ligeros) llenos de explosivos y armas que habían robado a las fuer­zas de seguridad.

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Los ataques responden a una nueva estrategia de los taliba­nes de actuar principalmente contra las fuerzas de seguri­dad y no contra las ciudades, como Kunduz (norte), que conquistaron brevemente en el 2015 y el 2016, y Lash­kar-Gah, en la zona de Hel­mand (sur), que atacaron el año pasado.

"Quieren mostrar su fuerza tras el anuncio de la nueva política de (Donald) Trump y desplegar fuerzas suple­mentarias", explicó Vanda Felbab-Brown, miembro de Brookings Institution.

Sin embargo, "no han inten­tado tomar el control de las capitales provinciales, puesto que ya no quieren perder sus recursos en este tipo de ofen­sivas", aseguró.

En los últimos meses, los tali­banes están llevando a cabo ataques contra campos mili­tares, como el de abril contra la base de Mazar-i-Sharif, en el que murieron más de 150 personas.

Y en la última semana, hubo ataques en Gardez (sureste), Ghazni (centro), Kandahar (sur) y Kabul, que dejaron en total más de 150 muertos en cinco días entre las fuerzas de seguridad.

Este verano (boreal), Donald Trump anunció que las fuer­zas estadounidenses segui­rían en Afganistán hasta nueva orden, sin dar ninguna fecha límite, y que desplega­ría más tropas.

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