Washington, Estados Unidos | AFP

Por Sebastien BLANC

Bart Whitaker, un estadounidense que quiso asesinar a toda su familia, debe ser ejecutado este jueves en Texas a pesar de los pedidos de clemencia de su padre, un ferviente cristiano que espera una suspensión de última hora.

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La intensidad de este drama familiar impacta a los Estados Unidos.

Por un lado, hay un hijo asesino de su madre y de su hermano, que también quería matar a su padre. Por otro lado, hay un padre, que aún gravemente herido y sin saber quién estaba detrás del ataque, decidió perdonar al asesino, por ser un firme creyente en la redención.

En una rara coincidencia, otros dos estados en Estados Unidos tienen previsto ejecutar cada uno a un prisionero este mismo jueves. En ambos casos, los abogados de los convictos también tienen fuertes argumentos para impedir que se concreten las sentencias.

De manera excepcional, la estatal Junta de Indultos y Libertad Condicional de Texas recomendó el martes clemencia para Whitaker.

La decisión final está ahora en manos del gobernador republicano de Texas, Greg Abbott. Pero el tiempo corre: el preso de 38 años debe recibir una inyección letal a las 18H00 locales (00H00 GMT del viernes).

Perdón milagroso

En 2003, Bart contrató a un pistolero para liberarse de sus padres y de su hermano, contra los que había acumulado su odio.

El entonces veinteañero montó un falso robo, afirmando haber sido disparado durante el sangriento ataque. Su madre Tricia, de 51 años, y su hermano Kevin, de 19, resultaron fatalmente heridos.

Durante siete meses, Kent Whitaker vivió con su hijo Bart ignorando que él era el responsable de la tragedia familiar, mientras los policías avanzaban en la investigación que finalmente lo halló culpable.

Para entonces el padre ya había perdonado al asesino. Lo decidió la noche misma del tiroteo, con el tórax perforado por una bala 9mm, cuando, según dijo, Dios fue a su encuentro y lo ayudó a llegar a un “perdón milagroso”.

“Vivo con la magnitud de la pérdida todos los días. Pero Dios me ayudó a alcanzar ese completo perdón y creo que lo hizo para ayudarme a reconstruir mi relación con mi hijo”, contó a AFP.

La muerte inyectada por el pie

También a las 18: 00 locales (00:00 GMT del viernes), el estado de Alabama planea ejecutar a Doyle Hamm, quien pasó tres décadas en el corredor de la muerte. Fue condenado en 1987 por el asesinato de un empleado de un motel durante un robo a mano armada.

Hamm padece cáncer de cerebro y del sistema linfático. Por la gravedad de su enfermedad, sus abogados temen que su ejecución mediante inyección letal se convierta en una sesión de tortura.

Pero el martes un tribunal dictaminó finalmente que la condición de salud de Hamm no impedía que fuera ejecutado, siempre que el catéter de infusión se insertara en una vena de sus piernas o pies.

Los condenados a muerte en Estados Unidos reciben generalmente la inyección letal en los brazos o manos.

38 ahorcamientos en un día

La otra ejecución prevista el jueves es en el estado de Florida, donde a las 18:00 locales (23H00 GMT) debe morir Eric Branch, sentenciado a la pena de muerte por el asesinato de un estudiante en 1993.

Sus abogados lanzaron el último recurso para salvarlo, argumentando que el detenido tenía solo 21 años en ese momento y que el veredicto fue emitido por un jurado no unánime.

No ha habido tres ejecuciones en el mismo día en Estados Unidos desde el 7 de enero de 2010. Una triple ejecución ocurrió solo 13 veces en 40 años, según el Centro para la Información sobre la Pena de Muerte (CPIPM por sus siglas en inglés), una organización que aboga por la eliminación de la pena capital.

En la historia moderna, el número récord de ejecuciones en un día se registró el 9 de diciembre de 1999, cuando cuatro estados (Oklahoma, Indiana, Texas y Virginia) ejecutaron a un prisionero.

Pero el número más alto en la historia del país se alcanzó el 26 de diciembre de 1862 en Minnesota, cuando las autoridades federales ahorcaron a 38 miembros de la tribu indígena Dakota.

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