La liberación de Bernhard Blatz y Franz Hiebert, que se produjo el lunes último, ha causado la alegría a los familiares de las víctimas y alivio a todo el país, por­que era la aspiración de la gente. Esos sentimien­tos se han trasmitido abundantemente por todos los medios hasta el último rincón de la patria, como una fuerte onda positiva.

Aunque el sosiego inunda el corazón de la ciuda­danía por este hecho, todavía hay secuestrados sobre cuya suerte nada se sabe. Edelio Morínigo y Félix Urbieta siguen en poder de sus captores y constituyen también la preocupación de la gente. Por eso la alegría no ha sido completa. Ahora más que nunca se hace necesario recordarlos y exigir que se los libere.

Edelio, Félix y todos los que se encuentran cauti­vos contra su voluntad deben recuperar su liber­tad y disfrutar del aire de emancipación que des­pués de varios meses han vuelto a aspirar los dos colonos de confesión menonita. No hay ninguna razón para que sigan cautivos, así como no hubo ningún motivo para que fueran secuestrados.

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La libertad, igual que la vida, es uno de los dere­chos fundamentales de la persona humana y nada ni nadie puede argüir motivo alguno para seguir teniéndolos presos y oprimidos salvaje­mente. Los facinerosos que los tienen encerra­dos deben rever su actitud criminal y liberarlos, dejarlos que vuelvan a sus familias y sigan sus vidas.

Porque la libertad es un derecho innegociable de todo ser humano, la sociedad paraguaya no puede sentirse ajena a la prisión de los secuestra­dos y debe comprometerse por la causa de la libe­ración de los cautivos, tomando posturas firmes y llevando a cabo actos que ayuden a conseguir el objetivo.

La ciudadanía tiene que embarcarse en una gran campaña para que suelten de su encierro a los cautivos. Primero, haciendo que los diversos gru­pos sociales adquieran conciencia y luego exi­giendo y tomando acciones concretas que ayuden a obtener el propósito. Lo que no puede hacer es seguir mirando como espectadora, desde lejos, en forma pasiva, mientras los acontecimientos suceden sin su participación.

En diciembre pasado los ciudadanos del Norte agrupados en la organización civil Unidos por la Paz del Norte se hicieron sentir con un acto cívico y festival de canciones realizado en Santa Rosa del Aguaray, departamento de San Pedro, con gran participación de personas de confesión menonita de las colonias cercanas y otros ciuda­danos de la zona.

En la ocasión celebraron un Concierto por la Paz donde los familiares de los cautivos y centena­res de personas se unieron para protestar por el secuestro y pedir la liberación de las personas secuestradas por los grupos criminales.

Actos cívicos similares deben llevarse a cabo en las principales ciudades del país para fortalecer la convicción de que la libertad es un bien inne­gociable y exigir que se libere a los cautivos. Rea­lizar y multiplicar conciertos y festivales para que más gente adquiera conciencia y trabaje por la causa. Repudiar la violencia de los matones del Norte que bajo supuestas consignas de liberación política solo han traído muerte, saqueos, secues­tros y dolor a muchas familias.

Hay que hacer que la liberación de Edelio, Félix y los desaparecidos en Caaguazú en octubre pasado sea una causa nacional, una preocupa­ción de todos y motivo de lucha ciudadana. Que nadie se sienta ajeno a esta actitud y se exija la liberación de los prisioneros, como una aspira­ción colectiva.

Que la ciudadanía se una a las instituciones que están embarcadas en la tarea de encontrar y liberar a los secuestrados con su apoyo moral y material. Porque al fin de cuentas los miembros de la FTC que están en el Norte son miembros de nuestras familias y están luchando contra los enemigos de todos. La causa nacional por la libe­ración de los secuestrados debe ser la bandera de todos los paraguayos para que se haga justicia y los prisioneros puedan volver a sus familias y res­pirar aires de libertad.

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