El Ministerio de Educación ha dado a conocer últimamente la evolución del sueldo docente de los últimos años y su proyección para los veni­deros en que se nota que los educadores han venido recibiendo aumentos salariales impor­tantes. Y que en los próximos ejercicios segui­rán percibiendo alzas establecidas por encima del índice de inflación hasta alcanzar un sala­rio anual básico de gran importancia.

Para apreciar el monto de la asignación de los educadores, hay que señalar que a fines de este mes recibirán un 2,3% de aumento retroac­tivo a julio y alcanzarán por un solo turno de trabajo en el grado la suma de 2.006.000 gua­raníes. Por un turno, que equivale a 4 horas diarias o 20 horas semanales, los docentes recibirán el 98,27% de lo que gana un traba­jador común que trabaja 8 horas diarias y 48 horas por semana con un sueldo mensual de 2.041.123 guaraníes.

De acuerdo con los planes del Gobierno, este salario de noviembre subirá, dentro de dos meses, en enero del 2018, a 2.247.000 guara­níes y para los años siguientes tendrá aumen­tos del 12% por sobre el índice de inflación de modo que para el 2021 ascienda por los menos a 3.501.000 guaraníes, más el porcentaje equi­valente a la inflación de ese año. Lo que quiere decir que en 4 años más los educadores ten­drán un incremento salarial de por lo menos el 74,52 %, de acuerdo con las previsiones del ministerio del ramo.

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Para ser ecuánimes, hay que señalar que, desde la caída de la dictadura, hace 28 años atrás, no hay empleados del sector público del país que hayan conseguido más aumentos de sueldos que los educadores. Y, por lo que pro­pone el Ministerio de Educación y Ciencias, no hay otro gremio que depende del presupuesto del Gobierno central que tiene asegurados tantos beneficios salariales para los próximos 4 años como el docente.

Por todo ello se hace difícil entender la postura de algunos grupos de sindicatos que están dis­conformes con los aumentos recibidos y con las propuestas que les ha hecho el ministerio del área. Porque, como se señala más arriba –hay que repetirlo-, no hay sector trabajador del país dependiente del Estado que ha conse­guido y seguirá recibiendo tantos beneficios del dinero de los contribuyentes.

Resulta más complicado todavía compren­der la actitud que asumen algunos dirigen­tes y sindicatos del sector cuando amenazan de nuevo con paros y huelgas para presio­nar al Gobierno. Lo que hacen con ello es muy lamentable porque lo único que consi­guen es perjudicar directamente a la gente que menos responsabilidad tiene en el tema, que son los alumnos. Y, por extraña paradoja, los que tienen que educar de palabra y ejem­plo a los niños y jóvenes son los encargados de perjudicarlos usándolos como moneda de cambio en una pública y descarada extorsión. Como hacen los secuestradores que toman un rehén y lo utilizan para conseguir sus exi­gencias.

En un país en que la educación es mate­ria muy delicada por razones de atraso his­tórico y escasa inversión en el sector, no se puede entender a los que no solo no colabo­ran con ella, sino que directamente contri­buyen a estafarla. Pues si hay una asignatura pendiente en el Paraguay desde hace mucho tiempo es la educación y si existe tarea impor­tante por hacer es mejorar la calidad de la enseñanza, que con la actitud de ciertos sec­tores docentes será tarea imposible por más esfuerzos que hagan las autoridades.

El Estado no puede estar siempre concentrado en satisfacer la angurria de ciertos movimien­tos sindicales insensibles, que, puntualmente, en ciertas épocas del año, convocan a mani­festaciones y huelgas en actos de constantes chantajes.

Invertir en educación no es solo aumentar el salario a los docentes, sino más que nada capa­citar a los educadores para que mejoren su tra­bajo y así puedan insertar a sus alumnos en las competencias del siglo XXI. Es proporcionar más calidad a la educación pública con mejores programas y docentes más capaces y compro­metidos con su delicada función en el cuidado del sector más delicado y frágil de nuestra sociedad.

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