En un artículo publicado por The Economist, y reeditado en la edición de ayer de este diario (pág. 21), el eminente medio económico hace un balance del "prolongado espasmo de América Latina", en el que analiza la lenta recuperación económica de la región, definiendo las causas; más allá de la infraestructura inadecuada y de impuestos mal direccionados, incluye "la educación de mala calidad", un hecho incontrastable, ya que es obvio a nivel internacional que los países que han salido del atraso entre el siglo pasado y lo que va del presente, son los que han invertido en educación.

Coinciden en los medios en estos días varias declaraciones al respecto: la del mismo ministro de Educación, que ha retornado tras una viaje por países orientales que están entre los que pasaron del atraso más retrógrado al progreso más avanzado, promocionando la educación, la investigación, las nuevas tecnologías.

En un conversatorio sobre la Educación del Siglo XXI, realizado aquí en estos días, el experto en educación Bernardo Toro destacó que el principal motor para llevar a los países a la modernidad es la educación, y declaró que lo fundamental para llegar a esa modernidad, que venimos proclamando desde el comienzo de la transición democrática, es la educación; que los niños aprenda a leer y a escribir bien. Es decir a manejar el instrumento principal de la razón, el lenguaje.

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En aquel entonces, el escritor Augusto Roa Bastos, cuyo centenario de nacimiento estamos celebrando, ya había propuesto su plan de Fundalibros Cervantes, de creación de bibliotecas e impulso a la lectura, donando incluso el importe del Premio Cervantes para ese fin. El proyecto tuvo una recepción en los sectores culturales, eco internacional, con un gran apoyo del PNUD, así como gran expectativa en sectores de jóvenes, pero poca continuidad en los sucesivos gobiernos, cayendo en el olvido.

Roa insistía en que hay que aprender a leer para sobresalir, y en la tremenda brecha que existía, y que existe en el país entre el sector rural y el sector urbano, que precisó también el experto colombiano.

Mirando más hacia el pasado, don Carlos Antonio López apostó a la educación, a abrir escuelas y cerrar cárceles, al contrario de la política del supremo dictador. Los estudiantes de escaso recursos fueron los beneficiados con aquellas becas de López, que fueron fundamentales durante la Guerra del 70 y luego para la recuperación del país devastado por el salvajismo de la Triple Alianza.

La resurrección de las becas lopiztas para formar a docentes, que empiezan a recibirse, tras hacer posgrados en universidades destacadas del primer mundo, son un factor gravitante mirando hacia el futuro, ya que, sin duda, la capacidad de los docentes es un tema determinante para la capacitación de los estudiantes.

El viaje del ministro de Educación, recorriendo países que han avanzando en la educación a través del uso de las tecnologías ha sido también un avance para que se invierta en que un millar de escuelas tengan internet, no solo como equipamiento, sino con el uso avanzado de herramientas informáticas, en una cooperación entre el MEC y la Secretaría Nacional de Tecnologías de la Información y Comunicación.

Es decir, se trata de dar un salto trascendente y de capital importancia estratégica para el desarrollo: que la educación recupere el tiempo perdido. Y es fundamental que esa formación educativa tenga proyección en el futuro como se ha planteado, que los docentes formados en importantes universidades internacionales puedan formar a sus compañeros y que las nuevas tecnologías puedan obligar a docentes y estudiantes a entrar en la modernidad educativa, y que se supere la brecha entre la educación pública y la privada y, sobre todo, entre la educación en zonas rurales y en zonas urbanas, que destacó el experto colombiano, denunciando la gran brecha que existe en el continente entre los dos mundos que todavía marcan a nuestras sociedades iberoamericanas; los que tienen acceso a una mejor educación y los que están condenados a una educación precaria.

Es ya un logro del presente, pero sigue siendo un desafío importante para el futuro, es decir, un compromiso que todo el país debe asumir.

Un factor crucial en el atraso iberoamericano es la desigualdad de la educación. El compromiso de superar esa brecha de la desigualdad debe ser una causa nacional.

La educación debe estar en primer lugar.

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