• Por Augusto dos Santos
  • Periodista

Cartes escribió mal la expresión a través. Puso una z en vez de una s. Peor aún, no fue una Z cualquiera, fue una Z gigantesca, tan grande que nos impidió ver el resto de lo que sucedió con un grupo de niños paraguayos ayer en la mañana.

Estoy seguro de que si no fuera por la Z mal colocada todos los medios estaríamos enfocando cómo un barrio y una escuela son capaces de transformar la vida de un puñado de niños que ayer nomás vivían saltando charcos y cruzando cauces de agua servida rumbo al río para ir y venir de cualquier sitio.

Por culpa de la Z, no nos pusimos a gozar de ese enorme regalo que te da la vida cuando podés ser testigo de una pequeña vida, ayer condenada a la miseria, que hoy ve una luz al final del camino mediante estos emprendimientos, como el barrio San Francisco.

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A veces sirve reflexionar dónde estarían tales niños y tales familias en este caluroso verano del 2018 si nunca se hubiera construido tal barrio, tal escuela, tales innovaciones. Quizás estarían siempre, como por décadas, siendo carne de cañón de la apetencia política de los que bajan a los bañados a comprar la voluntad de la gente, sin dejar nada más que un cien mil a cambio. Y sentimos que debemos ser honestos en reconocer que reemplazaron el cien mil por un barrio, un barrio completo y otros barrios mas que aparentemente se vienen.

Qué macana esa Z, porque hubiera sido tan bueno gastar la poderosa tinta de nuestras redacciones en contar la fabulosa historia de Marianito que por primera vez siente que su escuela es un lugar querible, que su destino puede cambiar.

Pero el Presidente escribió mal, puso una Z en vez de una S y cambió nuestra mirada sobre la historia del universo. El encanto de una historia que comienza con nueva oportunidad para miles de niños se fue al maso. Perdón, al mazo.

Igual, yo me quedo con esta foto. Ninguna Z me la va a privar. Para entender esta foto hay que hacer una operación muy sencilla, sacar el barrio San Francisco del paisaje, olvidar que existe; pensar en esos mismos niños llegando a su escuela de ayer, en los bajos húmedos, y la construcción endeble de su recinto escolar. Recién allí se puede dimensionar lo que estos chicos del Bañado, desde ayer, empezaron a ganar.

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