• Por Dany Fleitas
  • daniel.fleitas@gruponacion.com.py

¿Qué es mejor, el seguro privado para la salud o el sistema público sanitario? Es una pregunta difícil de responder, porque todo depende del cristal con que se mire. Para una persona de mucho poder adquisitivo quizá el privado podría ser lo mejor, pero para alguien humilde un centro de salud público cercano quizá sea su mejor aliado. Y agregaría… no es tan así también, porque conozco varios casos de gente extremadamente pudiente que terminó trasladando a su pariente enfermo a centros asistenciales públicos o al IPS por no poder ya seguir solventando gastos multimillonarios en el privado por casos de diálisis, enfermedades terminales o del corazón, por citar algunos. Así que, todo es relativo.

A partir de mi experiencia de los últimos meses, decidí escribir unas líneas al respecto. Mi querida madre (QEPD), jubilada, recibió la mejor atención médica en el IPS por mucho tiempo, pues su cuadro de Alzheimer la fue consumiendo hasta que se apagó hace poco. Si no hubiera sido por el Geriátrico de Artigas, su atención en un privado hubiera dejado a la familia literalmente en la calle. Paralelamente, a mediados de este mes, aquejado de afección pulmonar que me comenzó a fines de noviembre último, luego de ambular por hospitales y centros de atención médica privados, decidí acudir a la experiencia del sistema de salud pública en busca de una solución. Las desacertadas recetas médicas para un simple resfrío y tos, en mi seguro privado, derivó en una bronquitis aguda, que a su vez afectó los senos paranasales y me quedé con una tos imparable que a veces no me dejaba respirar.

Preocupado porque ya habían pasado 80 días y no me curaba –a pesar de haber tomado dos clases de antibióticos e inclusive ya con una tos constante que me dificultaba la respiración– fui al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y Ambientales (Ineram) en busca de ayuda. Antes, una noche, fui al hospital central del IPS (Urgencias), donde luego de esperar 15 minutos me atendieron muy bien. El médico ordenó unos estudios rápidamente: hemograma y una tomografía computarizada del tórax y cabeza. Tras ver los estudios, me recetó un tipo de antibiótico, que de alguna manera ayudó, pero no detuvo por completo la afección.

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En el Ineram me presenté a las 6:30 y para las 9:30 me atendieron. Para mi sorpresa, cuando esperaba otra cosa, me atendió un médico sumamente joven, de no más de 30 años. Este joven médico, con solo mirar la garganta detectó un problema de sinusitis que me producía irritaciones en las vías respiratorias y por ende mucha tos, recetándome unos antiinflamatorios y antialérgicos para las fosas nasales. ¡Así de simple! Y otra sorpresa: me dijo que pase por la farmacia con mi cédula para retirar gratis casi todos los medicamentos. No me llevó ni medio día encontrar una solución, luego de buscar alivio por casi tres meses. Solo me pidieron mi cédula y ni siquiera me indagaron sobre profesión y, menos, por partido político, raza ni religión.

Mi experiencia es anecdótica, pero sirve como elemento disparador para algunas consideraciones. En el seguro médico no "acertaron" un diagnóstico y tuve que finalmente apelar al sector público, donde comprendí varias cuestiones: una es la atención y otra es la calidad, la experiencia y la especialización. Puede que un lugar sea acogedor y la atención de primer nivel, pero carente de experiencia y especialización. Es más, creo que se puede encontrar salud en un puesto bajo un árbol sin necesidad de mucho confort, porque todo depende de la preparación y experiencia del médico tratante.

En ese trajinar me llamó la atención el "mar" de gente humilde que obtiene ayuda médica diaria solamente gracias al sistema de salud pública. ¿Qué será de ellos si colapsa esta red estatal? ¡No quiero ni imaginar! El servicio de salud pública es una gran alternativa para la mayoría, porque allí se puede obtener atención de calidad y, lo que es mejor para los más necesitados, casi todos los medicamentos y análisis de manera gratuita. Lo único: hay que tener paciencia.

Estamos tan concentrados en nuestras actividades personales que muchas veces no vemos y mucho menos valoramos lo que otros hacen día a día por nuestra gente más humilde. El seguro privado es importante, porque todo es interdependiente, y cada sector cumple un rol en un sistema transversal, sin lugar a dudas, pero los centros hospitalarios públicos e institutos especializados de la salud, que dependen del Estado, son vitales y único paño de lágrimas para millones de personas.

Está bien que seamos exigentes como ciudadanos, pero para frenar y combatir la corrupción a los efectos de que más dinero pueda ser invertido en el sistema de salud estatal. Digo esto porque a veces somos demasiado crudos y hasta de manera injusta recalcando solo las deficiencias de un sistema. Primero, ¡hay que vivirlo para saberlo! Creo que deberíamos ser más positivos y altruistas, destacando las virtudes, que las hay, ¡y muchas! Lo he constatado y lo digo con propiedad. ¡Va un reconocimiento especial a todos ellos!

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