• Por Jorge Torres Romero

Llegó el día clave para los colorados. Hoy sabremos cómo razona este electorado. El afiliado a la centenaria Asociación Nacional Republicana sabe que su voto prácticamente determinará quién será el próximo presidente del Paraguay.

A estas alturas las suertes ya están echadas. Ya saben quién es quién, de dónde vienen, cómo piensan y qué futuro les espera con el triunfo de uno u otro candidato.

Entre las dos ofertas electorales existen diferencias bien marcadas. Uno de ellos se ha presentado ante el electorado tal cual es, sonriente, ameno y sincero. Ha confrontado con sus más acérrimos detractores, ha sido víctima de las más despiadadas campañas e injurias pero siempre dio cara, nunca huyó de la realidad.

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El otro, solo confrontó con quienes él consideró sus aliados. Soberbio, arrogante, petulante y huidizo. Con la típica reacción de los hijos de los jerarcas de la dictadura que siempre tuvieron todo en la vida, fruto del dinero mal habido y que miran con desdén a quienes no son como ellos.

El Paraguay se merece estar gobernado por hombres con pasado y presente limpios, transparentes y con ideas claras de qué hacer en función de poder.

A lo largo de nuestra historia hemos pagado un alto costo por la improvisación (González Macchi, Lugo, Franco). El candidato que no ha tenido la capacidad de debatir ni confrontar ideas, modelos ni proyectos de país no merece el mérito de ser presidente del Paraguay, porque la consecuencia ya la padecimos: el fracaso.

Pero, debemos convenir de que el proceso de depuración y renovación total de la dirigencia tradicional de este centenario partido, llevará aún unos buenos años por delante. Por ello, es impensable todavía que este momento en sus filas militen solo los hombres con destacada honorabilidad, pero el colorado decente, que es capaz de leer los cambios generados, los avances logrados en función de gobierno teniendo como parámetro los anteriores, podrá notar la enorme diferencia y a la hora elegir. Este es el punto que vale observar.

El colorado elector debe preguntarse ¿quién de los dos candidatos está en condiciones de seguir una línea de resultados nunca antes obtenidos? La respuesta es bastante clara y contundente. Pero así también debe plantearse ¿quién de los dos candidatos hoy, a juzgar por el entorno, la retórica, el origen, la historia de vida y capacidad manifiesta arrastrará al país al fango de donde a duras penas, con aciertos y virtudes estamos saliendo?

En el escenario ideal, al colorado decente le hubiera gustado además de tener un buen candidato, contar con una lista legislativa con candidatos de mejor perfil. Lo primero ya lo tienen, lo segundo es una verdadera encrucijada. Pero tampoco es cierto que una lista legislativa sea mejor que la otra. En ambas están los traficantes de influencias, los chicaneros, los ladrones confesos de elecciones y los trato apu'a.

El sistema perverso de la lista sábana mimetiza a los impresentables. Pero, en donde sí se puede elegir al mejor de los candidatos es al que pugna por la Presidencia de la República y allí se puede hacer la diferencia.

Pero así como en las listas legislativas está la principal podredumbre, también es cierto que en una de ellas hay una esperanza. Es verdad que una golondrina no hace primavera, pero la anuncia, dicen algunos. Por ello, ver el nombre de un joven que marcó diferencia en la gestión pública cuando le tocó ejercer podría significar un estímulo, un bálsamo a la hora de votar por ella y es la figura del ex procurador Roberto "Ilo" Moreno. Mientras que del otro lado, ni siquiera se tiene ese estímulo.

Son las reglas de un sistema que debemos cambiar en el futuro, pero mientras, el electorado colorado podría leer algunas señales que marcan la diferencia entre donde está el futuro y dónde el pasado. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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