• Por Antonio Carmona
  • Periodista

Aunque "ingueroviable", anacrónico dirían algunos o extemporáneo, la elección argentina de este domingo tuvo previamente a dos protagonistas insólitos, Perón y Evita. Y, paradójicamente, entre dos candidatos que poco, en uno de los casos, y nada, en el otro, tienen que ver con el peronismo, cuyos candidatos autoproclamados peronistas, notablemente, no han convocado a los históricos manes del justicialismo para la campaña.

La que los trajo primero a escena, a la palestra política de 2017, resucitándolos, fue la kichnerista Cristina Kichner, quien, paradójicamente, los mantuvo en el olvido durante su mandato y está tratando de robarle votos a los peronistas que compiten en las elecciones como tales, contra ella: de repente, volvió a ser peronista, aunque pide el voto peronista para ella y no para los candidatos que son peronistas y han seguido siéndolo. Es decir, a la caza del voto cuando las encuestas le dan baja expectativa de intención de voto.

"Si Evita estuviera aquí, dijo en su discurso, apropiándose de la voluntad, bastante incontrolable, de la difunta… votaría a Cristina", en tercera persona. No se animó a afirmar me votaría a mí, tal vez por el temor a las iras de la mítica Santa Evita, cuyo cadáver fue ocultado por los militares argentinos durante décadas en pánico por sus posibles furias, como relata Tomás Eloy Martínez en su magistral y sobrecogedora novela-documento, Santa Evita.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Y, al pasar, afirmó que Perón votaría a su ladero en las elecciones de hoy, Tatiana. No se animó a afirmar aquella frase mítica de que "para un peronista, nada mejor que otro peronista". Claro, los peronistas van hoy a las elecciones con otros candidatos, luchando por los votos que les quiere robar Cristina después de ladearlos durante más de una década de gobierno.

El candidato macrista, Bullrich sí pudo citar a Perón más textualmente, pero al Perón de los años 70, el que retornó fraterno con todos y abrazó a sus adversarios y que cambió la frase por "para un argentino no hay nada mejor que otro argentino", adjudicando el voto a los que tratan de unir a los argentinos contra los que han establecido "la grieta" que los separa a los unos y los otros, la grieta que Perón quiso cerrar a su retorno del largo exilio, y que se reabrió casi medio siglo después más drásticamente, como un abismo de bordes irreconciliables.

Más allá de los resultados electorales que puedan darse hoy, quedan dos conclusiones que pueden leerse negativa o positivamente: que el pasado sigue lastrando el presente y el futuro de Argentina o que el presente trata de recuperar esa imagen del Perón reconciliador, mirando hacia el futuro.

Todo es según el color del cristal con que se mire; el del Perón de los mejores amigos peronistas o el de los mejores amigos argentinos.

Creo que hoy no puede quedar duda y mucho menos de cara hacia el futuro.

Las especulaciones de analistas y periodistas, de los gurús de la política o de los que están asesorando campañas con base en eslóganes y no en conceptos políticos, nacen y mueren como avisos publicitarios, solo que mucho más rápidamente, ya que los productos en el mercado de comercio suelen durar mucho más tiempo que los productos políticos coyunturales. Salvo, como el caso que nos ocupa, que se trate de políticos "imperecederos" o de larga duración.

De lo que podemos estar seguros, pese a los políticos anacrónicos que siguen mirando hacia el pasado, es que la historia solo se repite como farsa y, más lamentable aún, como tragedia, cuando no se sabe mirar hacia adelante; lo que no significa olvidar a los protagonistas que marcaron la historia, sino a tenerlos en cuenta no mirando hacia el pasado, sino mirando hacia el futuro.

Lo positivo de este historicismo "anacrónico", que obviamente no es tal, ya que tiene vigencia, es que apunta hacia delante y que las figuras históricas ya no son propiedad de nadie, sino de la historia, si se las puede instalar mirando hacia el futuro, porque el pasado, nos guste o no, ya está enterrado.

Descansan en paz, aunque algunos quieran resucitarlos para lanzarlos a la guerra.

Dejanos tu comentario