• Por Jorge Torres Romero
  • Periodista

"La única ética del periodista es su compromiso con la verdad". Esto repetía con frecuencia un gran hombre trabajador de la prensa. Mientras no difundas mentiras, el resto es historia. Recordaba esta frase en estos días porque me tocó desde este diario ventilar los números expuestos en la serie denominada "El Zar de las Cajetillas".

Es obvio que cada uno recibe una información y la lee e interpreta como se le antoja, influenciado sólo por lo que a uno le afecta. No existe un manual de cómo entender y analizar las noticias que uno procesa.

Los periodistas nos debemos a nuestro trabajo, no a quienes nos pagan el sueldo. Por lo tanto, acá y en cualquier parte del mundo, revelar los hilos de los negocios, por más lícitos que sean, de quienes tienen el poder de influenciar en la gente a través de sus medios de comunicación, es absolutamente oportuno y no habría que escandalizarse por ello.

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El ejercicio del periodismo en el Paraguay es libre. Es la gente quien finalmente determina el producto que desea consumir. Por eso, cuanta más información se tenga a disposición, más poder de discernimiento sobre cómo funcionan las cosas en nuestro país vamos a tener.

Hay una tendencia a creer que solo lo que algunos publican es periodismo y lo que otros difunden es ataque, campañas orquestadas o promoción. Sin embargo, mientras aporten datos, es periodismo al fin.

Todos somos vulnerables al escrutinio público, sobre todo si detentamos algún poder, que no solo deviene del poder político como algunos genios del periodismo sostienen, y reducen su mirada crítica exclusivamente a quienes tienen algún cargo público, amparados en el concepto de "la prensa contrapoder". Esta es una definición reduccionista de la misma, cuando si bien el concepto es válido, pero con un alcance mucho más amplio y abarcante, como llegar al poder de los dueños de los medios, por ejemplo.

En Paraguay ya no existen, afortunadamente, los "impublicables". Aquellas castas sagradas que con poder político y económico evitaban ser sometidos a un escaneo mediático. Hoy ya sabemos de dónde vienen, qué hacen y qué fines persiguen los Cartes, Vierci y los Zuccolillo. Cuanto más sepamos de todos, más podremos comprender cómo funciona el país.

La "primavera de la transparencia" de la que tanto alardeamos nos toca a todos. El acceso a información como un derecho fundamental nos beneficia a todos. Y si gracias a las peleas de los poderosos vamos a ir accediendo a más información, pues bienvenidas sean. Los periodistas vivimos pendientes de las "viudas del poder". Ese que quedó fuera del negocio y tiene la información de primera mano para revelarnos, con precisión, cómo se arreglan y se "cocinan" los grandes negocios.

Ya nadie es tan importante para no ser indagado y nadie tan pequeño para no tener derecho a estar informado. Ya queda a criterio de cada uno determinar, calificar y emitir un juicio al respecto, precisamente, a partir de los elementos que obtuvo para crearlos.

Ventilar los negocios de los Zuccolillo no significa que estén incurriendo precisamente en cuestiones turbias, es aportar información para que la ciudadanía conozca cómo opera uno de los grupos económicos más poderosos del país. Si lo actuado es ético, amoral o chantajista ya queda a criterio de cada uno determinar. Nosotros contribuimos en poner todos los elementos sobre la mesa. Al final, siempre será la ciudadanía quien sacará sus conclusiones y para eso abrazamos este oficio. Ventilar lo que el poder (en toda su concepción) siempre quiso mantener oculto. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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