• Por Óscar Germán Latorre
  • Abogado

Las manifestaciones campesinas y las bajas temperaturas soportadas en los últimos días nos permiten diferenciar claramente entre campesinos –muchos de ellos simple avivados– y los verdaderos productores.

Los primeros, los campesinos, desde hace casi dos semanas deliberadamente obstruyen las calles de la capital para impedir el tránsito de transeúntes y automovilistas que deben llegar a sus lugares de trabajo, concurrir a sanatorios y hospitales, a los centros de enseñanza o simplemente regresar a sus casas, so pretexto de impulsar la sanción de leyes que, no solo impliquen condonación de deudas bajo la figura del subsidio, sino que permitan la concesión de nuevos créditos que el año que viene tendrán el mismo reclamo.

Para estos campesinos, los problemas relacionados con las heladas para nada importan, simplemente porque no son productores –ni pequeños, ni medianos, ni grandes– o porque persiguen la condonación de deudas que nada tienen que ver con el proceso productivo y no pasan de gastos de consumo.

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Es verdad que todos tenemos el legítimo derecho de pretender el acceso a un medio de transporte, a un celular, a electrodomésticos y hasta contar con una parabólica para captar canales de algún satélite –posiblemente sin autorización– y hasta sea legítimo obtener créditos a tales efectos, siempre y cuando nuestras finanzas nos permitan avizorar que esas cuotas podrán ser atendidas en el futuro. Esa es la situación de casi todos los paraguayos y, salvo algunos pocos, la amplia mayoría adquieren sus viviendas, electrodomésticos y hasta se toman sus vacaciones a través de créditos. Pero la mayoría asume esos compromisos financieros basados en sus ingresos y se ajustan a las condiciones impuestas por las entidades financieras privadas y públicas.

Por otro lado, las noticias del impacto de las heladas sobre los cultivos no son precisamente auspiciosas. El crudo invierno afectó los cultivos de hortalizas y de trigo. Fue tan nefasto el impacto que aparentemente ni los viveros construidos al efecto de evitar el impacto de las bajas temperaturas resulto efectivo para los niveles registrados durante dos o tres días de la semana pasada. Estoy completamente seguro de que esos productores no se encuentran entre los manifestantes que para reclamar la condonación de sus deudas, violentan los derechos de tránsito, de trabajo, de salud y de educación de terceros que nada tienen que ver con esos muy dudosos reclamos.

El pedido de leyes especiales para lograr el supuesto subsidio parece un juego de truco, donde los dirigentes se niegan a mostrar el supuesto listado de productores que se encuentran en mora y las causas o motivos de los créditos impagos.

Los verdaderos productores se encuentran en sus fincas evaluando los daños y examinando las estrategias a desarrollar para atender los graves perjuicios sufridos por las heladas. Estos daños nos afectaran a todos permitiendo que por la insuficiente producción nacional se admita la importación de hortalizas, de harina y tal vez de otros productos que han quedado prácticamente destruidos por completo. Luego las preguntas que ya muchos se hacen son, ¿por qué condonar las deudas de esos campesinos que violentan nuestros derechos, que nos amenazan y hasta lesionan con sus garrotes de madera mientras los verdaderos productores, sin distinción de niveles han perdido por completo sus cosechas? ¿Por qué las deudas que ni siquiera se originan en actividades productivas deben ser condonadas y las de los demás ciudadanos son exigibles, generan altos intereses y se traducen finalmente en demandas judiciales?

Sea bajo la figura de la condonación o del subsidio la única verdad es que seremos todos nosotros, a través de los impuestos que abonamos al fisco, quienes terminaremos solventando esas condonaciones o subsidios. Y esto debe quedar bien claro para evaluar correctamente lo que aquí se está planteando. Los verdaderos productores están tratando de salvar sus cosechas si ya no las perdieron por completo. Los verdaderos productores, estimados compatriotas, no están transitando por las calles de Asunción totalmente despreocupados de sus cosechas y son aquellos y no estos avivados, que evidentemente no son productores, los que merecen toda la atención y asistencia del Estado. Son esos productores que no están en Asunción, sino en sus fincas los que deben tener un urgente plan para refinanciar sus créditos y hasta obtener la condonación de los intereses por mora.

Cuando se trata de apoyar a quienes verdaderamente trabajan y se exponen para proveernos de alimentos y engrandecer al país, que dispongan de mis impuestos y hasta que me cobren una cuota adicional para solventar la atención financiera de los mismos. Eso se llama solidaridad y para nada se asemeja a las condonaciones que los campesinos están reclamando.

Desconozco el verdadero impacto de las heladas, pero sí estoy plenamente convencido de que hay que asistir a los productores que han perdido parte o toda su cosecha y para evitar procedimientos torcidos que las verificaciones de los reales perjudicados sean eficientemente comprobadas y documentadas. Lo único que en este momento debemos evitar es que los fondos que se destinen a asistir a esos productores se queden por el camino y no cumplan los objetivos que con ellos se persiguen. Necesitamos transparencia que garantizará la asistencia y nos permitirá la tranquilidad de saber que nuestros impuestos han sido correctamente aplicados.

Los políticos, especialmente los irresponsables oportunistas y populistas de siempre, tienen la brillante ocasión de poder distinguir el trigo de la paja y, de ser necesaria la asistencia, permitir que ella sea destinada a quienes realmente se merecen y no a quienes han venido atormentándonos, amenazándonos y violentando nuestros derechos para obtener beneficios indebidos.

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