En este espacio, y en el Día del Periodista, cinco reporteros de nuestro plantel reflexionan sobre la prensa, hablan de sus experiencias y los desafíos de esta profesión.

No nos une el amor, sino la deuda

JUAN CARLOS BAREIRO- PERIODISTA- juancarlos.bareiro@gruponacion.com.py

El éxito de un profesional administrativo podrá medirse según las utilidades que genere como parte de un área en la cual los factores son claros: ingresos y egresos. El de un operario industrial será a su vez demostrado en la cuantificación de su producción. Esto es así independientemente de la actividad de las empresas que les pagan por el servicio.

La ecuación que rige el trabajo del periodista es, en cambio, más compleja y admite elementos como el interés ciudadano y el compromiso con la verdad. Los preceptos de nuestra profesión van indeleblemente ligados a la honestidad (se ha dicho que "la ley está hecha solo para cuando fallan los principios"). El propio Estado reconoce un tratamiento especial, cuando la Constitución dispone que "los periodistas de los medios masivos de comunicación social, en cumplimiento de sus funciones, no serán obligados a actuar contra los dictados de su conciencia (Art. 29)".

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La empresa periodística –que es otra cosa y bien tomar distancia– no queda huérfana del amparo constitucional, que determina que "El empleo de los medios masivos de comunicación social es de interés público; en consecuencia, no se los podrá clausurar ni suspender su funcionamiento (Art. 27)".

La letra está… y el papel resiste todo.

Sin embargo, estos ingredientes, por tan subjetivos, son también los que dan pie a distorsiones tanto de las empresas periodísticas, cuando intentan reducir el rol de la prensa al de una imprenta en la cual el propietario paga para que los empleados escriban lo que él quiere; como la de los mismos periodistas, cuando nos escudamos en el inconcebible argumento de que "solo es mi trabajo", para eludir responsabilidades en una determinada línea editorial.

Con tales manoseos, ni aquellas ni estos respondemos a cabalidad a las razones que la Carta Magna contempló para dar su cobijo.

Esta mala hora se ve agudizada al coincidir fenómenos que conspiran contra el trabajo periodístico. Uno de ellos va a lomo de la tecnología -internet, dispositivos-; apenas parte de un cambio social mucho más extenso y profundo. Es un proceso inevitable.

En cambio, hay otros, como la conformación de multimedios, que es el redescubrimiento de la vieja receta de la producción a escala; y la indisimulada interferencia de intereses políticos y económicos. Estos sí son fenómenos variables en la medida de que tomen nota de que el público es cada vez más crítico en su demanda de calidad; y también en la proporción de asumir una posición profesional más solvente de cada quien y de un gremio que tanto nos cuesta reconstruir.

Hija de la brecha

Por Natalia Santos- PERIODISTA – natalia.santos@gruponacion.com.py

Del diskette y el cassette, al Whatsapp y el Facebook Live… Del papel al digital… ¿Qué es el periodismo? ¿Está en peligro? ¿Va a desaparecer? ¿Es necesario? ¿Es útil? ¿Vale más la inmediatez o el camino es la profundidad? ¿Debe jugarse a lo comprometido o a lo ecuánime? ¿Cómo debe ejercerse en tiempos de cólera y red social?

Esas preguntas -más 15.000 similares y/o relacionadas- saltan por todos lados. Análisis, charlas, ensayos, talleres, ponencias, tutoriales y certificaciones internacionales… Todos ellos exploran/explotan las necesidades de formación (#ansiedades) de los "millenials" y las urgencias (pánicos-resistencias) de los que se consideran de la "vieja guardia". Ante el "chake" de la llamada convergencia tecnológica, la consigna -se cree- es a lo Darwin: "adaptarse o morir".

En los diecisiete años de andar de un lado a otro en la redacción de La Nación (♩♫ la Natalia se pasea desde revista hasta Class, de Para Ti va a Tendencias y termina en Digital ♪), me tocaron muchos desafíos. Entrevisté desde artistas y deportistas hasta albañiles y sepultureros. Armé producciones de moda y anuncios de nuevas vacunas. A veces me encargo de fútbol Intermedia o de Superprime.

  • Para esta “hija del medio”, migrante digital de la “Generación X”, producto de la transición (en lo más amplio del concepto, porque nací antes del ’89 y pasé del diario impreso a la web), no hay “fatality” tipo Mortal Kombat que debiera angustiarnos.

Creo que los temas y los soportes dan igual. El imperativo mayor de la profesión es el aprendizaje continuo. Nunca deberíamos perder la capacidad de asombro, la sed de novedad, ni el arrojo -que combinado con el respeto por el saber ajeno- permite cimentar las destrezas. La experiencia nos ayuda a mejorar lo que hacemos y lo que somos, pero la "solvencia" no tendría que ponernos en zonas de confort.

¿Qué es para mí el periodismo en el 2017? Es mirar, escuchar, analizar, preguntar y presentar una realidad; para que otros puedan (por ellos mismos) hacer lo propio. Es un ciclo de retroalimentación, de difusión de conocimientos, producción de ideas, construcción de pensamiento y ejercicio de crítica.

Para esta "hija del medio", migrante digital de la "Generación X", producto de la transición (en lo más amplio del concepto, porque nací antes del '89 y pasé del diario impreso a la web), no hay "fatality" tipo Mortal Kombat que debiera angustiarnos. Las brechas existen… Pero no tienen porque separarnos ni detenernos. No a nosotros que elegimos comunicar. La comunicación es tender puentes, es poner escaleras, es agitar la imaginación, dar palabras a la indignación, es abrir puertas y cerrar heridas (muy Gloria Estefan, dirán).

Pero todas estas líneas solo son opiniones subjetivas y personales, ensayos para entender estos "tiempos egoístas y mezquinos", a lo Fito Páez. En verdad… "Solo soy una chica simple/ En un mundo digital de alta tecnología/Realmente intento entender/Todos los poderes que gobiernan esta tierra", como cantara la estadounidense Jewel, en su hit "Intuition" del 2003.

No estudien periodismo

MIKE SILVERO- EDITOR DIGITAL- mike.silvero@gruponacion.com.py

Una máquina del tiempo seguramente tendrá usos más importantes para ustedes; evitar guerras, inventar los antibióticos, salvar vidas. Pero si yo tuviera la posibilidad, la utilizaría para retroceder unos 15 años y no estudiar periodismo. Creo tener una justificación a ensayar.

Siempre quise ser comunicador, por chismoso seguramente. Un test vocacional a los 10 años ya hubiese marcado Ciencias de la Comunicación como carrera probable. Es lo que creen en mi familia, cuyos integrantes me padecen hace tres décadas.

Dicho esto, la universidad fue, es, y probablemente seguirá siendo, un chiste a la hora de "enseñar" periodismo. La mayor parte del tiempo es simple y pura teoría; plus aprender a hacer un copete respondiendo las clásicas y aburridas 6 preguntas. Manual.

La 'Facultad', apoyada en muchas figuras de medios sostiene mitos. Esa utopía de cambiar el mundo ante las cámaras, encontrar las soluciones para el país detrás del teclado, o hacer que la nación avance desde frente al micrófono.

Pose. Mucha pose. Demasiada pose.

La enseñanza de esquemas de redacción caducos tienen como resultado a miles de egresados escribiendo igual. Esos mismos a los que ya les costaba leer libros, o ver documentales, para formarse y que ahora se ahogan en los retuits o likes como herramienta para medir la consolidación de su trabajo ante las masas, ante ese mar de gente anónima con la que conviene siempre estar de acuerdo para crecer.

Las grandes investigaciones son el ejemplo de un desafío inalcanzable para quien ni siquiera tiene a su disposición la herramienta, la fórmula, la manera de obtener documentos o cómo lidiar con las fuentes, por solo citar un ejemplo.

  • Si te gusta la tele, aprendé a pararte frente a cámaras y a sonreír, a levantar el brazo como si tuvieras un cabestrillo invisible. Si te gusta la radio, aprendé a pronunciar correctamente las palabras. Si te gusta escribir, leé, mucho y de todo.

Todo eso primero, y después si todavía tenés ganas, estudiá periodismo.

De periodismo digital ni hablemos. La academia busca imponer la enseñanza de "plataformas", a la par que exprime los bolsillos de los estudiantes.

La máquina del tiempo me permitiría volver y estudiar informática o economía, algo más útil. A lo que con un par de libros, y unos cuantos ejercicios de redacción ya completaríamos la tan notable tarea de comunicar con aceptables condiciones.

Por supuesto que habrá quien se ofenda con esto y dirá que periodismo es también un conjunto de valores, de honestidad, de promover la igualdad, de defender la democracia. Sí, claro, pero todo eso se hace o se puede hacer sin la necesidad de ser periodista.

Necesitamos especialistas, no todólogos. Necesitamos criterio, no apariencias.

Si te gusta la tele, aprendé a pararte frente a cámaras y a sonreír, a levantar el brazo como si tuvieras un cabestrillo invisible. Si te gusta la radio, aprendé a pronunciar correctamente las palabras. Si te gusta escribir, leé, mucho y de todo.

Todo eso primero, y después si todavía tenés ganas, estudiá periodismo.

Ahora, si dependiera de mí y de mi máquina del tiempo, no estudien periodismo, no pierdan su tiempo en algo tan superficial y sean personas más completas.

Pero claro que para esto último, esa condición humana sería el primer obstáculo, porque con toda propiedad me toca afirmar tras este ensayo, que periodista ndaha'éi gente.

Desde lo femenino

JAZMÍN RUIZ DÍAZ- EDITORA REVISTA VOS- jazmin.ruizdiaz@gruponacion.com.py

Trabajar en una revista femenina implica cuestionarse constantemente respecto al género. Significa preguntarnos día a día si estamos haciendo nuestro trabajo de la mejor manera posible.

Si estamos dando espacio a personajes que realmente lo merecen, si miramos desde la misma perspectiva a las mujeres y hombres que aparecen en nuestras páginas, si reflejamos las temáticas y cuestionamientos de mujeres reales, si ayudamos a avanzar hacia una mayor igualdad de género o, en realidad, lo que hacemos es aumentar la brecha.

Porque sabemos, como bien nos lo enseñó la semiología, que las palabras no son inocentes. Por eso, si hablamos de "hombres exitosos" y solo nos referimos al plano profesional, no podemos seguir definiendo el éxito en clave femenina sumando a esta exigencia el plano familiar (por citar solo un ejemplo de los "micromachismos" que leemos, escuchamos y vemos en los medios a diario).

  • Me parece que este año la discusión en torno a mujer, feminismo y equidad ha cobrado un nuevo protagonismo impulsado por iniciativas como el 8M. Celebro ese avance recordando que no podemos permitir que este debate se apague. Ni tampoco que la discusión quede relegada a las revistas femeninas.

También nos consta que es grande nuestra responsabilidad a la hora de presentar nuevos referentes sociales y, por eso, nos exige analizar y rever –si es necesario– qué modelos queremos mostrar; nos desafía a empezar a separar la belleza como única medida del valor femenino, pero también a entender las diferentes bellezas y las innumerables formas de definirse mujer hoy.

Me parece que este año la discusión en torno a mujer, feminismo y equidad ha cobrado un nuevo protagonismo impulsado por iniciativas como el 8M. Celebro ese avance recordando que no podemos permitir que este debate se apague. Ni tampoco que la discusión quede relegada a las revistas femeninas. El compromiso del periodismo es ayudar a la construcción de una sociedad más madura y más crítica y, en ese sentido, la cuestión de género no puede estar deslindada.

Pero además de la profundización en torno al contenido, debemos trasladar el debate a nuestros espacios de trabajo. ¿Estamos brindando condiciones justas para mujeres que también son madres? ¿Hay equidad salarial? ¿Seguimos reduciendo a la mujer en televisión a una mera imagen? ¿Quiénes son nuestros líderes de opinión? ¿Cuál es su discurso desde el texto y el subtexto? Desde una mirada que empiece a abordar estas preguntas confío en que, sin dudas, haremos mejor periodismo. Hombres y mujeres.

El negocio de la prensa: ¿informar o desinformar?

ANTONIO SAN NICOLÁS- EDITOR DE MUNDO- antonio.sannicolas@gruponacion.com.py

Hoy, Día del Periodista, vale la pena desdoblar realidades de una profesión apasionante y compleja, y revisar el derrotero que le toca vivir, sea desde una vertiginosa mirada o apenas dentro del contexto inmediato subyacente.

Hago periodismo desde hace algún tiempo. Dos décadas en el siglo XX, y ya cerca de otro tanto en el XXI por las redacciones de medios escritos, con la vivencia que ello conlleva como testigo o partícipe de procesos fundamentales acaecidos. Diario La Tribuna, 1980 a 1983. Diario Hoy, casi una década. Colaboraciones en semanarios, y 22 años en La Nación.

El tránsito por distintas épocas cruciales. La transición de la máquina de escribir a la computadora, el salto de la era analógica a la digital, el ciberespacio… La época de esplendor del diario impreso en el Paraguay. Esto no es vanagloria. Es la escueta pero cronológica descripción de etapas vividas, de los cambios que transformaron al mundo para siempre en apenas décadas. El historial que otorga o no la pertinencia de una revisión.

El periodista fue siempre pieza clave del esfuerzo por ejercitar el pluralismo en la sociedad. Si la democracia no existía el era el estafeta ideal, el héroe de primera línea, dispuesto al sacrificio último en el altar de la verdad.

El se creyó que tenía un rol vital en la tarea de informar. Un quijote perfecto que irrumpía, sin permiso, a cualquier hora, con vocación apostólica, no importan barreras, amenazas, o inclemencias de tiempo para servir a los demás.

El periodista se paseaba así en un ámbito de merecido reconocimiento y credibilidad. Pero el tiempo, nuevos conceptos e intereses se encargaron de desmitificarlo. Y paradoja del destino, el apóstol de la verdad quedó atrapado en la encrucijada de sus propios laberintos.

El rebelde sin causa o con causa, el romántico cazador de utopías se derrumba hacia un irremediable conflicto de identidad. Factores que soslayan principios centrales de la prensa como la objetividad, la verdad, procuran marcar las agendas desde azoteas de otras visiones e intereses. En algunos casos ya las dominan. Merced a una eficiente y bien montada maquinaria lograron proscribir la magia, la creatividad…

¿Qué pasó del periodista? Navega al filo de una navaja, al borde de múltiples abismos. Hay que admitirlo: Le fue más fácil combatir a cualquier dictador externo, que a sus fantasmas autoritarios internos. La crisis existencial coincide con el inexorable derrumbe y el lento ocaso que sufre el diario impreso a nivel mundial. Internet hace tiempo se encargó de ponerle fecha a su acta de defunción.

La guerra por la subsistencia que discurre y a la par los juegos de intereses desmoronan todo en un instante. En esta autopista fatídica, a tropel marchan los que avasallan valores: El negocio ya no es la información, sino la desinformación… Algunos podrán entonces pensar, con razón o sin ella, que el periodista ya dejó de ser un servidor social.

Y es que ya ni lo tratan como tal. Insisten en llamarlo colaborador. ¿De la sociedad? ¡De los conglomerados, por su PUESTO! Entonces, que cada uno que resuelva a conciencia. Lo otro, la suerte del papel, queda en manos del último juez: El lector… Que él dé su veredicto…

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